domingo, 3 de julio de 2016

End of the Road.



Me acostumbré a recorrer las calles solo y a disfrutar de la soledad que me pesaba sobre los hombros, pues era soportable recordando cuanto tenía en otra ciudad; no por el hecho de que fuera otra ciudad, sino por el mero de hecho de saber que lo tenía. La existencia era soportable por los pocos pilares que tenía en esta soledad tan inmensa que de tantas maneras logra llenarme más que muchas personas y situaciones en mi vida.


Estaba solo, pero no tenía remedio. Tenía que dejar que tanta vida hiciera su labor sobre mí o que la muerte que le acechaba a diario ganara la eterna lucha contra su declarada némesis y mal conocida como hermana. El mar iba y venía y las olas chocaban contra los rompeolas mientras ilusamente me quedaba en la orilla esperando que una ola me arrastrara y me llevara bien lejos, bien adentro del mar, de manera que despareciere por un tiempo. Tal vez así olvidaría que escuché palabras de aliento de alguien que se rindió cuando más le necesitaba. Puedo ser amoroso y liberal, pero eso no significa que sea estúpido ni mucho menos que me deje lastimar; no conscientemente al menos. Era jodido y estaba en extremo jodido.


Creo que sólo puedo pedir perdón a todas las personas que en algún momento se han cruzado en mi vida, pues sé que ninguno ha estado a parte de daños causados por mí y ese deseo inconsciente que tengo de destruir y acabar con todo aquello que me rodea, lentamente. 



Me gustaría ser música, para así poder estar en tus oídos y pensamiento en todo momento del día; pero no lo soy. No soy más que alguien inseguro y temeroso del mundo que le rodea; puedo parecer grande y seguro por fuera, pero por dentro estoy quebrándome en cada momento pensando en cómo lentamente me volveré a ver desplazado de tu mente y corazón. Siempre ha sido así, pero ahora, desde la distancia, lo siento más fuerte y vivaz que nunca. 


Pero ahora no es como otras veces, esta vez no espero señales de 'no te vayas aún', 'quédate', nada. Quizá me gustarían por el hecho de poder sentir al menos que en el fondo no es tan fría como para dejarme ir así, sin más. Pero estoy lejos y eso ya no le importa. Sólo bastaba el hecho de yo estar lejos. De nada servía algo impulsado por ella, porque yo volvía a estar lejos. Y eso es lo único que le importaba. Así lo sentía; así lo vivía. De nada le servía, al final a mí mismo me repetía una y otra y otra vez, sin piedad ni consideración conmigo.

Fui verdugo y también fui decapitado.
Fui recuerdo y luego me convertí en olvido.
Fui amor y luego me llene de odio.
Fui inocencia y me tenté con la lujuria.
Fui ignorancia y adquirí conocimiento.
Fui vida y dejé que la muerte ganará.
Fui frialdad y me volví entrega.
Fui desamor y acabé vaciando botellas.
Fui descontrol y aprendí a desahogar mis penas.
Fui pensamiento y obsesión.
Fui miedo y caí ante la tentación.
Fui espectador y víctima de toda ovación.
Fui viento y lamentación.
Fui sueño y admiración.
Fui vida y desesperación.
Fui muerte y destrucción.
Fui ¿Soy? 
Fui, ya no soy
Fui, era.

Hoy ya no sé qué soy; quién soy. Estoy a la deriva, navegando turbias aguas intentando llegar a mi tan anhelado Copenhague, resignado a que voy a acabar llegando solo. Pecado del alma lánguida y deprimida. Yo estoy en la luna y vos en Medellín. Lejos del planeta tierra; tan cerca, pero tan (pusilánime) lejos.

Sí, esto es una despedida. Me despedido de “Despojo del Pensamiento” aunque realmente, en el fondo, no quiero hacerlo. Me encantaría quedarme refugiado en este rincón que me brindó tanta calma y paz en momentos tormentosos; porque, verán, al momento de nacer él (Le digo ‘él’, porque lo veo como persona, incluso.) yo estaba en un mal momento, perdido, desorientado, abandonado en medio de un mar de preguntas que mi mente joven procesaba y que en ningún lado ni en ninguna persona lograba encontrar respuesta alguna; ni joven, ni anciano. Estuve en un mal momento y Despojo fue el salvavidas que nadó hasta las profundidades del océano en el cual naufragué, todo para rescatarme.

Desde aquel momento creció conmigo, adentro de mí, incluso. Creció fuerte y hermoso en poco tiempo; era lo contrario a mí, débil y horrible. Era una visión casi utópica y disfrutable. Llegué a amarlo y a pensar que no estaría en mi lugar si no hubiera nacido él. Despojo se convirtió en mi amigo, mi confidente, mi guía, mi refugio; acudí a él en momentos dónde sentía que todo el mundo me había dado la espalda y, por más deprimente o idiota que suene, no era una idea para nada alejada de la realidad. Llegaron momentos en los cuales éramos él y yo, yo y él. Caminábamos las calles a altas horas de la noche con cerveza en mano, contemplando a las pocas personas que se veían a esas horas en algunas calles, pero más que eso, disfrutábamos y sufríamos juntos la soledad; era soportable, porque estábamos juntos, todo era soportable simplemente porque estábamos juntos.

Pasó el tiempo y Despojo se enamoró y yo con él. Sufrimos juntos, lloramos juntos, reímos juntos, alegramos juntos, nos fuimos juntos y volvimos juntos; las últimas dos fueron especiales, puesto que fue un ciclo que observamos encarnado en aquella persona de la cual nos habíamos enamorado. Se iba y volvía, una y otra vez; aquello, más que cualquier otra cosa, nos hizo especial daño, nos llevó al borde del colapso y acabamos tocando fondo en más de una ocasión.
Es cierto que el tiempo cura. Pero cuando tienes a una persona en un constante vaivén en tu vida este no tiene tiempo de poder curarte. No dejaba de quererla y aquello era especialmente difícil, pues siempre que llegaba el momento de partir, ella se iba y yo me quedaba, esperando que quizá, de alguna manera, volviera; aunque bien en el fondo sabía que tarde o temprano lo iba a hacer, que iba a volver y, peor aún, que yo iba a dejar que volviera.

Más tarde que temprano me di cuenta de que “Despojo del Pensamiento” era el culpable de que siempre me permitiera a mí mismo dejar que ella volviera. Tan plasmados llegaron a estar mis sentimientos por ella, tan fuertes y tan explosivas palabras utilizadas para describir un vaivén tan dañino pero de alguna manera adictivo. La solución era simple; tenía que renunciar y dejar atrás a “Despojo del Pensamiento”, porque mientras él  yo siguiéramos siendo uno, le seguiría queriendo y, hoy, después de tantas idas, debo decir que no quiero quererla más, nunca más. No quiero. No lo haré. Me niego, me libro. No puedo, no debo.

Pero dejar Despojo del Pensamiento es más que sólo dejar atrás una piedra en el camino a la cual amé y adoré, dejarlo es dejar en la banal memoria que poseo historias de cuando la bailarina hacía y deshacía con mi corazón; la primera persona de la que me enamoré con fuerza y pasión. Hoy día la veo en redes, caminando calles de vez en cuando cada que regreso a casa, la veo bien, feliz, contenta, plena; el secreto con ella es que, sin darte cuenta, te llenará la vida antes de que lo notes y cuando caigas en cuenta de ello ya será demasiado tarde, estarás condenado a pasar el resto de tus días enamorado de ella y, claro, demostrándole lo enamorado que estás.

La historia de aquel amigo que alguna vez tuve y con el que, como cualquier ser humano, cometí algunos errores por los cuales fui juzgado con una severidad exagerada por alguien que, realmente, tenía un odio ciego hacia mí. El problema con el odio ajeno es cuando este odio tiene poseído a alguien que sabe manipular y tirar de los hilos; tarde o temprano, todos acaban cumpliendo su voluntad sin siquiera inmutarse a ello. Fue complicado: libraba una guerra silenciosa conmigo mismo y encima, contra la mayoría que veía alrededor mío. Fui burlado, denigrado y humillado. Pero seguí luchando a pesar de ello y hoy, pocos años después, todo mejoró y cada quién recibió lo que se merecía. La justicia universal nos tiene algo guardado a todos y cada uno. No hay que subestimarla, pues el día de mañana, puede venir y arrebatar de ti todo aquello que en su momento le quitaste a alguien.

Historias de cuando era, quizá no más joven, pero sí mucho más estúpido e inocente. Aquella época pasada en la cual consideraba que todos a mí alrededor eran buenos y puros. El mundo no empeora a medida que uno va creciendo, sólo empezamos a ser conscientes de la realidad del mismo. Tanto el mundo que todos habitamos, como el mundo que es cada persona; lleno de falsedades y nimiedades.

El mundo se desmorona con cada párrafo que escribo. Él sabe lo que se avecina y es consciente de que cada párrafo de más, es un paso más cerca del final de él. Sé que también se aferra desesperadamente a la vida como yo y todos lo hemos hecho en algún momento. Pero también me comprende. Sabe que no estoy haciendo esto sin motivo. Tengo razones. Él me apoya, pero no quiere morir y yo no quiero acabar con él. Pero no hay otra salida. Necesito dejar atrás aquella parte de mi vida. Hay un horizonte de posibilidades en frente mío y por más que intenté incluirle, al momento de partir, escogió la salida más fácil.

Sólo necesito a alguien que no quiera escapar.

Cuando fui un diseñador de arquetipos y me perdí en las playas del mar caribe la vida parecía simple y perfecta. Todo lo que inventaba era perfecto, era original. Pero poco a poco las olas fueron subiendo cada noche hasta que sumergieron el mundo que había creado en torno a ellas. Un castigo injusto, quizá necesario, lo desconozco, nunca lo sabré y no lo quiero saber.

Heaven smiles.

Y ríe mientras lo hace. Es un pequeño descarado. Pero no me molesta que lo haga, yo también lo hago de él. Pretende ser tan grande y cubrirnos a todos, pero está tan solo y vacío. Subestima el qué y quién soy. Puede que sea pequeño por fuera, pero por dentro soy inmenso.


Ojalá olvide pronto el color de tus ojos, los lugares que frecuentas, las canciones que gustas y como las cantas con pasión cuando quieres y, más que todo, espero que las canciones que escucho dejen de recordarme a ti. No quiero recordarte más. No puedo decir que te odio, porque estaría mintiéndome a mí mismo, pero sí puedo decir, con toda seguridad, que no quiero amarte más. Sí, eso era lo que necesitaba para por fin dejarte ir; dejar de ponerte a ti antes que a cualquier cosa, situación o persona, y darme a mí algo de importancia que difícilmente antes me había dado.

Incluso, tras mucho guardar silencio, por fin estoy logrando establecerme sólo, pero eso es algo que no alcancé a decirte, pues partiste antes siquiera de darte la noticia. Pero ya nada de eso importa, yo sé que también quedaré en tu memoria como una estúpida piedra en el camino. O tal vez no. Tal vez, lo que estoy diciendo sean las emociones a flor de piel saliendo y diciendo todo aquello que durante varias noches me ha tenido atormentado. Esta es mi despedida y por ende, es la última vez que voy a escribir aquí y en cualquier lugar, de ti. Me quebré. No tienes idea cuánto. No voy a negar que te amé con todo lo que pude, porque de hecho, lo hice. Pero no puedo seguir haciéndolo. Puede que en unos años las memorias vengan y tal vez me arrepienta, tal vez me diga a mí mismo que era lo correcto, solamente lo sabré cuando llegue el momento.

Pero por ahora estoy sentado en mi cuarto observando las paredes que construí en este mundo desmoronarse. Todo se está cayendo a pedazos y aún no sé cómo no me han golpeado los escombros. Son las once de la noche y al mirar por la ventana parecen las cinco de la tarde. El sol está confundido y le teme a la muerte. No quiere apagarse, aún le faltan varios millones de años antes de que eso definitivamente pase; es consciente de su destino, pero no quiere que este llegue antes de tiempo. La luna está bailando junto a él, le susurra que todo estará bien y que si es necesario, dejará de brillar con él; promesas hipócritas considerando que esta aprovecha el brillo del sol para brillar ella y así engañar a los ignorantes. Yo observo desde mi cuarto, que ahora está en la cima del planeta; yo estoy en la cima de mi propio planeta. Cada uno es un mundo, un universo a descubrir y explorar.

Va siendo hora de dejar el planeta, me digo mientras lo observo desmoronarse desde la cima. Mientras decido a dónde partir, vienen a mí recuerdos de cuando fui rey, verdugo, protagonista, antagonista, despechado, terapeuta, cantante, protector, protegido, amigo, enemigo, ebrio, abstemio, inocente, inocencia perdida, niño, joven, adolescente, puberto, soñador, iluso, perdido, encontrado, víctima, victimario, sueño, despertar, canción, cuna, verso, lecho, cama, habitante, desplazado, fuerza, debilidad, constancia, abandono, alegría, fuerza, tristeza, debilidad, amor, odio, sueño, despertar, vida, muerte. Tantas cosas que fui en este sueño del cual no quiero despertar ahora; pero el amanecer llegará pronto y debo partir a un nuevo plano y luchar por el futuro que tanto soñé y luché por tener. La oportunidad de establecerme, de vivir, de estudiar, de aprender. De querer-querer un futuro para mí, para los míos. Un futuro en el cual pueda volver a mi hogar con la frente en alto y decir que tuve éxito, que logré afrontar los retos que se me pusieron al frente y que pude contra ellos, que extrañé y dolí estar lejos de casa mucho tiempo, pero que finalmente, todo lo que dije que valdría la pena, la valió.

Puede parecer esquizofrénico la manera en la que me refiero a Despojo como una persona, pero, él ha llegado a responderme en momentos en los que he estado sólo frente al espejo cuestionándome por nimiedades que me alteran y quitan el sueño y la tranquilidad día a día, noche tras noche. Despojo no es ni mi hermano, ni mi hijo, ni nada por el estilo; Despojo del Pensamiento es, nada más y nada menos, que una parte de mí, de quién soy, de lo que soy. Silencioso, deprimido, cansado, desgastado y, yendo al otro extremo, ruidoso, animado, vivaz y locuaz…

Pero los tiempos cambian, las personas también. Todo gira en torno a un ciclo que debe ser respetado; hay que sacarlo todo a fuera, para que adentro crezcan cosas nuevas. “Nadie quiere que adentro algo se muera” decía Mercedes Sosa; lo gracioso es que si bien respeté esta frase a lo largo de mi vida, difícilmente llegué a respetarlo en su totalidad, pues muchas cosas dentro de mí fueron muriendo a medida que iba creciendo. Era difícil evitarlo; os reto. Miren a la época de su infancia y díganme si queda algo de aquel niño tonto que veía con ilusión y brillo el mundo a su alrededor. Nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada. Absolutamente nada.

En este momento sólo pienso en lo mucho que construí gracias a él y en cuanto me ayudó en malos momentos y terribles épocas. Si bien suena repetitivo, nadie comprende lo mucho que me duele dejarlo; quisiera no hacerlo. Pero Despojo se convirtió en una piedra más en el camino, una de la que también me enamoré y sufrí con toda la fuerza que pude.


Nací en una ciudad relativamente pequeña y desde mis primeros instantes, cuestioné mentalmente todo a mi alrededor, queriendo comprender el funcionamiento del mundo y las ideologías que las personas mayores a mí con tanta fuerza intentaban (Y en mi juvenil ignorancia, lograban) inculcar en mí. Hay un momento muy especial, en el cual, preguntándole a mi abuela ‘quién’ había creado a lo que llamaban ‘Dios’; en aquel momento sólo me respondió “Dios se creó a sí mismo”. En aquel entonces siendo un pequeño niño de 6 o 7 años, recuerdo como aquella respuesta me pareció ilógica y de cómo no le lograba encontrar lógica alguna a una ideología que estaba fuera de todo razonamiento y ciencia. Era pequeño, sí, pero no tan ignorante como muchos creían.

Mi familia era un estereotipo de ‘todo está bien’ cuando en realidad, no lo estaba. Aquello me daba rabia, esa estupidez de guardar las apariencias y aparentar que TODO estaba bien cuando no lo estaba. La enfermedad de mi abuelo, fallos económicos, quiebres familiares, odios irracionales contra personas externas y, en algunos casos, internas. Aquello era estúpido y me preguntaba cómo era posible que me dijeran que yo era el niño cuando ellos eran los que actuaban llevados de la ira y sentimientos anexos a ella.

Poco después de la muerte de mi abuelo, partí de la ciudad que me vio nacer con muy poca tristeza; realmente nunca me había sentido atado a ella, quizá era muy joven para entender en plenitud lo que era extrañar un lugar y querer volver al tiempo después, situación que vivo actualmente con mi amada capital de la montaña. Partí y conocí Medellín, la ciudad que me adoptó. Yo era un pequeño niño que carecía de amigos en aquel entonces, la muerte de mi abuelo me sumió en una profunda depresión en la cual yo decidí aislarme de toda persona ajena a mi familia. Pasaba mis días frente a la computadora perdiendo mi tiempo en banalidades como redes sociales y juegos en línea, todo el día, todos mis días, se basaban en ello. No salía y si salía, me daba temor que alguien me hablara. Eran pocas las situaciones donde no me daba pena o temor hacerlo, contadas; pero fui inteligente y evité en lo posible que mi familia se diera cuenta de aquella actitud que tomé frente al mundo.

Llegó el año 2012 y yo, en medio de problemas y carreras entre una ciudad u otra, me atrasé un par de años académicamente, así que recién comenzaba 8°. Empecé 8° y en mi primer día conocí a un par de personas que fueron mi primer contacto real con el término ‘amigo’ en muchos años, Julian y José. Tiempo después llegó Andrés, pero la historia con él fue más bien agridulce y la he tocado demasiadas veces como para gastarle más palabras a una situación que realmente nunca tuvo solución. Cuando los conocí yo era lo más asocial posible, pasaba mis días entre libros y letras, en silencio. Pero rompieron mi burbuja y me mostraron que había un mundo más grande y por descubrir; a veces se burlaron de mi manera literaria de pintar y describir las cosas, pero, bueno, años haciéndolo no me dan para más. Con ellos experimenté mis primeras fiestas, mi primera pareja, mi primera borrachera. Historias que quedaron en eso, historias. Pero en mi memoria están resguardadas contra el tiempo y el olvido, pues sin ellos, nunca hubiera salido de la burbuja en la cual me protegía de la sociedad que me rodeaba.

8° también trajo personas a mi vida que cobrarían mayor y especial importancia tiempo después, como lo fue Pablo Molina. Especialmente Pablo Molina, Desierto en el Alma. Hoy en día aún lo tengo en mmi vida y a pesar de problemas y situaciones que nos pudieron en su momento, al final, logramos superar todo y puedo decir que hoy día, es una de las personas que más quiero, admiro y extraño. Gracias a él nació Despojo del Pensamiento, en primer lugar. El me incitó inconscientemente a no tener miedo de mostrarle al mundo mis escritos que en su momento consideré patéticos e inútiles. Su valor y capacidad para expresar el mundo tan inmenso que carga sobre sus hombros me dio el valor que necesitaba para crearlo. Era necesario hablar de él en algún momento, aunque muchísimas veces lo hice de manera indirecta, pues, gracias a él, es todo esto.

Mis historias de 9°, 10° y 11° están plasmadas cada una a lo largo de este blog, así que no voy a malgastar mi tiempo rememorando situaciones que en otras entradas ya están plasmadas, sea en forma de diario o en forma de poema; hay más de una manera de contar una historia y las historias de esos tres años no van a volver a surgir de los rincones de mi memoria, dónde por mi bien, decidí dejarles enterradas.

Pero mi vida no giró en torno al colegio únicamente. Hay ciertas personas que pasaron por mi vida y que por una razón u otra, ya no están o al menos, yo ya no estoy con la fuerza con la que estaba antes en la vida de ellas. Sthefany es una de ellas, aún le amo, aun cuando las cosas se complicaron entre los dos y las situaciones poco a poco nos fueron distanciando; sólo espero que recuerde que estoy para ella y siempre lo estaré como ella estuvo conmigo en momentos difíciles donde sólo quería tirar la toalla. Isabela, Daniela, Carolina, Juliana, Manuela; no quiero extenderme hablando mucho de ellas, pero les quise y les sigo queriendo como un día prometí que nunca dejaría de hacer.

Camila, mi pequeña pelirroja que tanto adoro con mi corazón; sólo me dijo que me amaba una vez y con esa vez, me ha bastado y me bastará por el resto de mis días, hasta donde sea que estos lleguen. Yo la amo, pero como en toda relación (Sentimental o amistosa) hay un amado y un amador (P.D: Esto lo aprendí de Pablo, Gracias.) y cada uno juega su papel predeterminado. Nunca me ha interesado que me ame, sólo amarla e intentar demostrárselo en medio de la distancia que me precede. Es en quién pienso las noches que paso en vela intentando conciliar el sueño pensando en cómo estarán las vidas de aquellas personas que dejé en Medellín; quizá sea porque cumplimos el mismo día, de hecho, no me importa mucho entender el porqué, es mejor mantener la magia en el misterio.

Maria Fernanda y Valentina. Me refiero a ellas dos como si fueran una sola, porque realmente eso son; todos aquellos que les conocemos somos conscientes de que antes que amigas, parecen más un matrimonio. Quizá el tiempo que ellas llevan en mi vida no sea tan extenso, pero la intensidad con la que han estado compensa absolutamente cualquier falta o detalle de tiempo. Llegaron con fuerza y se quedaron a pesar de que me tienen lejos y cada que pueden me recuerdan y demuestran que siguen estando ahí a pesar de que yo no estoy. En las noches cuando recorro la capital sólo logro ver imágenes de nosotros tres, recorriendo de arriba abajo las frías calles de Bogotá; aun cuando el sueño no llegue a hacerse realidad, es un sueño que me da estabilidad y me da algo a lo que aferrarme y mantenerme atado cuando sólo quiero despegar y abandonar finalmente el planeta.

A todos, os quiero.


Abandono Despojo del Pensamiento y le dejo morir de la misma manera con la que fue concebido, con intensidad, un poco desesperado, algo perdido y un poco atolondrado y elevado. Le abandono aun sabiendo que fue parte mía, pero sabiendo también, que es por mi propio bien. No quiero quererle y me prometí no hacerlo más. El futuro es ahora; mi futuro es ahora y viene con mayor intensidad ahora que decidí ponerle del todo la cara. Vienen retos más grandes y vendrán momentos en los cuales querré abandonarlo todo, pero, ahora…ya no tengo nada que me quiera  hacer volver al pasado.


Hoy, dejó atrás esta historia que no había tenido fin
Y me aventuro a una nueva, retándome
A mí mismo
A ser feliz,
A escribir una historia,
Sin ti.
"Se va, por fin se acaba
Y ya no moriré al ver tu mirada".










Gracias a todos los que en algún momento me leyeron,
De verdad.




lunes, 27 de junio de 2016

...Bye.

"Cuando era pequeño tomé un flor y la puse en un vaso. 
Después de unos días, murió.
Le pregunté a mi madre porqué
Y ella dijo: No puedes obligar
a una flor a crecer en un lugar
al que no pertenece
Y, ahora, me he dado cuenta
de que las personas también son así."

Te vi pasar, radiante y casual
Iluminando el ardiente umbral, 
Llevando en tu pelo liberal,
La esencia de la no banal
Libertad.
Deleitando a todo aquel
Iluso e incomprendido
Resguardado tras un débil cuartel
De sueños, de viajes, de memorias banales;
De escapes y de vuelos internacionales.

Una casa en la orilla del lago,
Amoblada para un largo letargo.
Abandonando la consciencia,
Fingiendo omnipotencia,
Flagelando sin mente
El frágil presente.

Era tarde y hacía calor,
Yo me desprendía de mis ropas con ardor
Mientras vos contemplabas sentada en el mostrador,
Parecías deleitada ante tan brillante color,
Sin saber que
Brillaba por vos.

La noche frágil y delicada,
Paciente y aceitada,
Ardiente y acelerada,
Constante y enamorada,
La misma noche
que disfrutábamos con derroche,
Cantando debajo
Del umbral del patio.

Hacía calor, pero el viento enfriaba
Y me recordaba
Cuanto te extrañaba. 
Era tarde, amor.
El cielo trajo tormenta
Y me quede sólo en medio del ardor
Que me producía
El Tenerte
En
Otro
Planeta.

¿O será que yo siempre he sido una estrella viajera y vos te has quedado en el planeta esperando a que vuelva a pasar?
Era tarde, siempre ha sido tarde; siempre he llegado tarde, pero te juro que nunca voy a dejar de llegar por más turbio que se ponga el camino o la marea. Has en mí y deshacé si te da la gana; pero no dejes de esperarme, pues necesito un puerto en el cual parar al momento de volver a casa.

El hogar es pequeño y diminuto, quizá, no significativo; pero es hogar. Hogar no es donde naciste ni donde pasaste tu infancia, hogar es donde tu alma está aún estando vos al otro lado o afuera del planeta. Hogar es dónde está aquello que quieres. Hogar está en las personas también y puedo decir que tengo muchos hogares. Muchos puertos, muchos mares aún por navegar (Y vaya que quiero navegar-los), muchas paradas en el puerto que llamo hogar, en las personas que llamo hogar. 

Resido en una choza pequeña en el borde de un acantilado en lo alto de las montañas. Allá también pueden encontrar un hogar si lo necesitan, en mí pueden encontrar un hogar. Puesto que ustedes y yo, yo y ustedes, son lo que me mantiene a flote, lo que me hace querer volver, lo que me hace soñar con mejorar, crecer, aprender y ganar en grande para volver mejor, más inteligente, más sabio, más puro, más mundano, más locuaz; mejor. 

El 08-06 estuvo lleno de sorpresas y reencuentros, momentos que quizá en unos años olvidaremos qué dijimos y qué hicimos; las personas tienden a olvidar las palabras y las acciones, es normal. Pero ese día fui feliz, y, pueden apostar la vida misma a que nunca me olvidaré de que ese día fui feliz; inmensamente feliz. No soy mucho, nada, casi nada, realmente; nunca he considerado que lo soy, pero ustedes son todo lo que tengo ahora que estoy lejos y confuso; con el alma atrapada en mi hogar y mis sueños parciales en otro lugar.

Volveré. Lo sé. Sé que volveré. Volveré e intentaré no volver a partir. No quiero volver a partir. Quiero crecer, que crezcamos. Quizá un futuro juntos, todos. Mirar atrás en unos años y pensar a lo jodidos que llegamos, pero que en medio de lo jodidos, al fin y al cabo llegamos. El camino está y estará lleno de sacrificios. Yo he tenido que afrontar muchos en poco tiempo, pero recuerden que ustedes individualmente me extrañan a mí y es más tolerable; yo tengo que extrañarlos a todos. No tengo ni quiero extrañarlos porque a nadie le gusta la sensación de extrañar; duele, arde, quema, bastante, mucho, en serio, lo hace. Pero lo hago. Lo hago porque los quiero. Lo hago porque aún recuerdo estúpidas promesas que algún día sigo creyendo que valdrán la pena. Promesas que hice en momentos en los que deshacía conmigo, pero que no fueron dichas al aire. 

Quisiera ser aire y que me respires. Lo quiero, aunque no lo puedo, no tengo manera de serlo, no ahora; soy sueños e incluso las estrellas que te siguen de cerca mientras caminas perdida bajo la penumbra de la noche. Incluso estoy contigo mientras duermes. De lejos, pero contigo. Recuerda que siempre estoy contigo; con todos. Conmigo. YO con ustedes, ustedes conmigo. Puedo estar lejos y lo voy a seguir estando. Mi vida seguirá siendo un vaivén hasta que llegue el momento indicado; ni yo sé cuando será ni cuando llegará.

Pero sé que el momento llegará sea tarde o temprano, aún cuando el mar ya haya traído la tormenta sobre mi cabeza. La luna camina conmigo a medida que miro al cielo desviado, ebrio y perdido. Me lleva y sé que en alguna calle vos caminas ebria y perdida guiándote por la luna; quizá vayas bailando bajo ella. 

Quizá en algún momento dejaremos de buscarnos en el brillo de la luna,
Y podremos buscarnos en el brillo del otro,
En los ojos del otro.

Porque yo te encuentro en las esquinas y en los callejones desolados que camino en la capital; te encuentro y llega el punto en que me encuentro imaginándome recorriendo esos callejones contigo. El reto es duro y la vida también; la distancia no es fácil y no tiene compasión, no perdona, no quiere, no complace. Quema. Es una guerra. En unos años miraremos atrás y veremos las quemaduras como recuerdo de la guerra que libramos contra el mundo y la distancia. 

Debería empezar una guerra contra el mundo, quizá es que estoy cansado de tanta injusticia a mi alrededor. Veo el mundo que me rodea y sólo me dan ganas de llorar por recordar cómo eran las cosas antes y cómo han ido empeorando; lo que más triste me pone es que incluso siendo joven logro ver la diferencia de épocas. 

Nuestros antepasados han dejado el mundo y nuestras naciones peores de lo que las encontraron al nacer ¿Acaso la historia va a seguir repitiéndose? El mundo que habitamos muere lentamente ¿Hasta dónde tenemos que llegar para decidir parar y considerar que deberíamos salvarlo? ¿Hasta dónde vamos a llegar hasta que decidamos salvarnos?

¿Hasta dónde debo llegar para decidir salvarme, para decidir encontrarte, encontrarlos? ¿Hasta cuando debo seguir desterrando-me? ¿Hasta cuando?

Pero volveré.



sábado, 25 de junio de 2016

Days gone...

Tiendo a escribir las sensaciones que despiertan en mí los momentos casi inmediatamente estos han pasado, pero con tantas cosas por digerir tanto en la mente como en el corazón a veces no hay mas remedio que dejar que las emociones hagan metástasis en todo el cuerpo. Por favor, son una enfermedad. El sentir enferma y debilita el alma y el cuerpo, pero también lo fortalece de maneras incomprensibles para la ciencia y la mente humana.

He dejado de escribir en gran medida. Mis ideas, palabras y versos se han ido secando poco a poco cual río que poco a poco va perdiendo su grandeza en tiempos de sequía. El alma, como la más pequeña planta, necesita ser regada y cuidada. Grande es mi jardín y de a ratos olvido cuidar al centro del mismo: yo. Sí, yo; con todo el egocentrismo que puedan imaginar. Yo soy el centro de mi jardín y las personas que me rodean son las plantas y flores que lo adornan; debo decir que no podría pedir una decoración más bella y preciosa. Descripciones baratas y clichés adornan lo que digo, pero, como he dicho antes, las palabras nunca son suficientes para expresar cuan grande se siente, se vive y se quiere.

Poemas para producir oxígeno. Oxígeno para respirar. Respirar para vivir. Vivir parar amar. Amarle. Extrañarle. Quererle. Tenerle. Perderle. Encontrarle. Volverle (A tener). Amarle. Adorarle. Extrañarle. Tenerle. Respirarle. Cantarle. Escribirle. Reírle. Arderle. Lloverle. Añorarle. Pensarle (Mucho, siempre). Celarle. Sentirle. Buscarle. No encontrarle. Dormir para soñarle. Soñar para abrazarle. Destruir el mundo para tenerle. Reconstruirlo para vivirle, para no perderle, para no tenerle lejos más, para poder(le) quererle; para no extrañarle, nunca más, jamás. 



Intento sobrellevar la pena que puede representar en muchas (Casi todas) ocasiones la distancia y el saber que te quiero y debo esperar meses para tenerte entre mis brazos. A veces soy débil y caigo ante mis emociones, pero intento permanecer fuerte por los dos, yo y tú, tú y yo; hay personas que quisieran que dejará de ser tan sentimental, pero justamente lo sentimental me ha hecho la persona que soy hoy día, puedes tener por seguro que no voy a dejar de serlo, aún cuando por distintas situaciones yo mismo me he ido secando y no soy el jardín de amor que llegué a ser antes. puedes tener por seguro que te amo y que te amo mucho. Siempre lo hago.

Extrañar casa. Extrañarle mucho. Querer estar en ella. Querer estar con ella. Querer estar con todos ellos. Calma. Piensa (Me digo); todo valdrá la pena. Algún día volverás y verás que todo valió la pena. Seguir extrañándola, tu casa, tu hogar, donde hiciste y deshiciste en tu juventud con vos mismo y el mundo que te rodeaba sin remordimiento alguno; parte crecer, aprender, correr y joder. Crecer-te, aprender-te, correr-te (sí), joder-te. Mucho lo hice. Muchas veces corrí para escapar de mí mismo y de los demás y aún así seguía encontrando caras familiares y abrazos en los pasajes y los callejones de la ciudad que llegué a conocer más que la misma palma de mi mano. Me deshago mientras escribo, pero me re-hago cuando leo vuestros mensajes al despertar:
Uno sobre una niña que está en el vaivén entre dos carreras que son sueño para ella y día a día contrario a lo que debería ser, se confunde más y más, sin saber que al final, acabe en lo que acabe, va a tener éxito en lo que sea que haga en su vida (Creo que a este punto, todos aquellos que la conocemos sabemos que lo va a tener).
A veces hay una niña de Agosto del 97 que me escribe en respuesta a estupideces que probablemente le envié en medio de la noche; nunca había conocido a alguien tan pequeño pero tan grande en tantas maneras que a ella misma se le olvida a veces lo enorme que es y lo importante que es para idiotas como yo que no quieren perderle ni verle herida o afectada por personas que no lo valen.
O el pseudo skinhead que irónicamente es más negro que la noche, que de vez en vez me escribe con alguna estupidez que tiene el potencial de convertirse en un intento de conversación seria, hasta que vuelva a aparecer una nueva imagen igual o más idiota.
El joven flacuchento y estirado que tanto vive a unos cincuenta metros de la cinéfila. Con él sólo me dedico a reírme a contemplar el mundo de maneras complejas al igual que los sentimientos de las personas que nos rodean. Hemos recorrido un largo camino hasta ahora y espero seguirlo recorriendo, aún estando yo fuera de casa. Los años van y vienen, al igual que yo lo hago con el lugar que llamo firmemente "hogar".

Muero al caer la noche y renazco al salir el sol, hay días en los cuales es al revés, o de ninguna manera, a veces no muero por todo un día o simplemente muero por más de un día. C'est la vie.
No sé que hago. No sé que escribir o tal vez sí lo sé, pero no sé procesar las palabras o lograr que las ideas se conviertan en palabras. Muchas preguntas por fuera y pocas respuestas por dentro y a medida que van pasando los días, las semanas y los meses, van creciendo las preguntas y disminuyendo las respuestas. Me quiero ir pero también quiero quedarme. Es confuso. Me confundo. Escribo sin orden alguno. Escupo lo que digiera mi mente. Disparos de silencio. Apunto, cargo, aprieto el gatillo; fuego a discreción. Sin munición. Recargo. Disparo.

Agosto del 97 fue un gran año. Cuan grandioso es hablar de fechas o momentos de los cuales no se tiene memoria alguna ¿No? Cuan grandioso es hablar sin conocer, sin saber, sin tener (que); palabras inútiles y vacías que son utilizadas para encajar y agradar a personas que a la larga no resultan ni siquiera de nuestro agrado.

Escribo lo que me viene y vengo a escribir lo que pienso. Para no extrañar, para no fallar(me), para no llorar. Escribir, para no llorar, y las razones sobran. Pero también para sonreír y no morir. Punto de equilibrio en la balanza. Tus abrazos son mi punto de equilibrio y mi calma. Amaría tenerlos ahí cada día de mi vida. Pero no los tengo. No aún; pronto, lo verás. Sé paciente, conmigo, por favor. Espéralo, todo, por favor; espérame, por favor.

Espera-nos.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Ha sido mucho tiempo desde que escribo algo que no sea reflejo de la tristeza que cargo en los hombros. Y ni sé quién soy. Hay días en los que despierto y soy la persona más alegre y vivaz del planeta, pero hay otros tantos en los cuales el mundo en el que habito mentalmente se torna de gris a negro a medida que van pasando las horas como reloj pecaminoso enmarcando la hora de volver a equivocarse sin temor al remordimiento o al rencor. 

Preguntan en las calles qué pasa con los jóvenes rebeldes con ansias de cambiar el mundo con balas y violencia sin sentido; la violencia con la violencia sólo va a hacer que la misma crezca, crezca y crezca. Preguntan, digo, por qué hay adolescentes tan preocupados del mundo que habitan, por qué hay muchachos y muchachas pronunciándose al respecto del mundo que rodean aún cuando este mismo intenta callarlo la mayor parte del tiempo. Preguntan cómo es posible que en una sociedad aparentemente civilizada y en pleno siglo veintiuno aquellos con poder roben del pueblo la tranquilidad y la paz que con tanto esfuerzo y quizá, un poco de engaño, construyeron para sí mismos. Preguntan por qué hay tantas marchas y manifestaciones de jóvenes el mundo cuando hay vampiros con poder succionando del pueblo las posibilidades y el futuro que muchos intentan esculpir con una cuarta parte de esfuerzo, dos de ganas y una de huevos para poder pronunciarse y decir 'no más'.

La política no me sabe a mierda, sino el mal uso que le dan a ella. Pero aquí entra el debate ¿La culpa es del que la usa o del pueblo que le da el poder de usarla? Preguntan y siguen preguntando descaradamente y cómo nadie quiere responder, yo daré las respuestas desde el individuo que ocupa una ínfima parte del planeta:

Estamos cansados. Cansados. Digo estamos porque se que hay otros que lo están también. Cansados de que nuestras oportunidades y futuro se vea diezmado porque un poder manejado por generaciones pasadas se encarga de ponernos cada vez más peros a los que estamos hace no tan mucho y a los que aún no han llegado siquiera. Cansados de que aún siendo iguales nos disparemos y golpeemos sin sentido los unos a los otros en nombre de unos hijos de puta que obtuvieron poder gracias a la estupidez del pueblo que gobiernan. Estamos cansados de que nadie quiera hacer nada y si lo hace, sea callado. Estamos cansados de que el sueño sea arrebatado de nosotros por temer que los nuestros salgan y no regresen. Estamos cansados de que el mundo intente callarnos, de que intenten cegarnos, que hagamos la vista gorda y que finjamos no darnos cuenta de nada de lo que pasa al rededor nuestro. 

Estamos, estoy.

Y digo estoy porque estoy harto de tanta mierda que el mundo arroja sobre los que apenas llegamos y los que aún no han llegado. Digo estoy porque es responsabilidad tanto mía, como tuya, como de todos hacer alguna puta mierda para cambiar el putísimo mundo que se está yendo a la putísima mierda. Digo putísima mierda porque no hay otra expresión decente o vulgar que exprese lo que pienso en estos momentos. Es cómo si a las nuevas generaciones se les diera una copa de helado con mierda y una cereza encima; de niños, se comen la cereza y a medida que van creciendo van comiendo mierda lentamente hasta atiborrarse de la misma. 

Y me importa poco si alguien se siente ofendido con lo que he escrito hasta el momento. No es labor mía agradar con lo que escribo. Yo escribo porque no tengo más remedio que liberar todo lo que me ahoga con respecto al mundo que veo frente a mí; cada vez más oscuro, cada vez más jodido. No pretendo espantar a nadie, tampoco. 
Sólo necesito gritar.

Gritar y escribir.
Gritar escribiendo.

miércoles, 18 de mayo de 2016

El tiempo vuela y la vida se escurre entre los dedos como el chorro de agua con el cual pretendemos limpiar nuestras impurezas mundanas, las cuales en nuestra tan mal justificada ignorancia, pretendemos no están ahí; los fantasmas siguen existiendo a plena luz del día, el hecho de que sean invisibles al ojo no significa que no estén detrás tuyo. Pretendemos, pretendemos, pretendemos, pretendemos, pretendemos, pretendemos, pretendemos: no sabemos hacer más. Pretendemos estar bien cuando por dentro estamos rotos y quebrados, pretendemos ser fuertes cuando en realidad somos más débiles que el tallo de una planta en crecimiento, pretendemos no estar solos en el día, pero al llegar la noche siempre llega ese tan despreciado momento en el cual recordamos y traemos al presente aquellos fantasmas pasados que hacen ecos en el laberinto del presente. 
¿O seremos nosotros los que hacemos ecos en los laberintos por el simple placer de confundirnos a nosotros mismos? ¿A cuantos no nos gusta perdernos y olvidar el camino? Se supone que somos la juventud salvaje que enciende en llamas sus pulmones y con el fuego exhalado quema y destruye todo a su alrededor. 
¿Realmente somos eso? ¿Realmente sólo somos una triste historia más plasmada en un libro casi infinito que recopila historias igual de patéticas y vacías que la nuestra? ¿Vivimos por vivir o lo hacemos con algún objetivo? ¿Estorbamos? Estorbamos. Vivimos. Herimos. Jodimos.
Hay miles de preguntas por fuera y adentro mío siguen habiendo muy pocas respuestas; a veces siento que mi espíritu se va a fatigar siguiendo el ritmo que lleva. Cada día es una pregunta más y una respuesta menos. A veces me siento desgastado. Sólo necesito de alguien que no quiera escapar. 
Sólo necesito escapar de mí.

martes, 3 de mayo de 2016

"Because I know there are people who say all these things don't happen.
And there are people who forget what it's like to be sixteen when they turn seventeen.
And know these will all be stories someday
and our pictures will become old photographs
and we'll all become somebody's mom or dad.
But right now these moments are not stories.

I can see it.
This one moment when you know you're not a sad story,
you are alive.
And you stand up and see the lights on buildings
and everything that makes you wonder,
when you were listening to that song
on that drive with the people you love most in this world."

-Charlie.

Joyeux anniversaire.

Últimamente me resulta muy difícil escribir, pareciera que las palabras hubieran abandonado mi cuerpo de la misma manera que yo abandoné Medellín como un niño huyendo de lo que en su mente es un fantasma o un espectro pero en realidad sólo es la misma sombra que camina a su lado en el pavimento bajo la ardiente luz del día.

Pero esta no es una ocasión para recordar ni traer al presente los fantasmas de mi pasado, hoy es un día especial. Es tres de mayo y cumple una persona que, si bien más grande de lo que yo jamás seré, no dejo ni dejaré de preocuparme por ella como si fuera una niña pequeña; recordemos cierta noche en la cual ebrio a no poder más, te llamé cada 2 minutos hasta que llegaste a tu casa. Son esos pequeños detalles los que utilizo para demostrarle a los que quiero cuanto lo hago. Y te quiero, mucho.

Me fui de Medellín y estuviste ahí antes de mi partir, la noche era jóven pero mi corazón estaba arrugado y roto al verlos a todos reunidos a mi alrededor sabiendo que a muchos no los volvería a ver; pero estuviste ahí calmándome y diciéndome que todo estaría bien. Me fui, volví y al volver seguías allí y me recibiste con un cariño que al día de hoy sigue sorprendiéndome. Al final de todo, sí es cierto que las personas más inesperadas son aquellas que logran marcar puntos en la historia que escribimos día a día al levantarnos y caminar hacia adelante con la vista enfocada en nuestro sueños; tú eres uno de esos pocos puntos que realmente han marcado las libretas del cuaderno que escribo. Me fui, volví y una vez más tuve que partir y también estuviste ahí, hasta el instante en que tomé el bus para volver a la capital; recuerdo con especial ternura la manera que tenías en insistirme que no tomara más para que el viaje no me afectará (Y yo, con especial descaro, seguía tomando.) ¿Qué puedo hacer? Me gusta llevar la contraria, en especial a la gente que quiero y a ti te quiero, mucho. (Aunque ya lo dije, la verdad, me gusta repetirlo, repetirte-lo)

Seis y treinta y ocho de la tarde. Tres de mayo del dos mil quince. La noche va entrando y el día está a punto de irse. Estoy incapacitado en darte abrazos debido al descarado e hijo de puta factor de la distancia; pero sabes que desde aquí te envió y te guardo un sinfín de abrazos que prometo te daré la próxima vez que nos veamos. Seis y treinta y nueve, faltan veintiún minutos para las siete de la noche. El día se acaba, pero los momentos son eternos en la memoria; al igual que lo es mi cariño por ti. Somos dos entes físicos separados por la distancia, no me tocas, no te puedo tocar con mis dedos, pero puedo intentar hacerlo con mis palabras y tontas preocupaciones como suelo, solía y seguiré haciendo.

La noche llega y te recuerdo que te quiero.
La noche llega y te deseo,
Feliz cumpleaños.

Con amor, 
Carlos.

sábado, 26 de marzo de 2016

Quiero ser cigarrillo e intoxicarte el corazón,
Y volverme
tu cáncer
de 
pulmón.
Quisiera ser luz, para viajar a través del tiempo.
El cielo sonríe
sobre mí
hijo.
Así es, 
me voy al
averno;
por las
cosas
que
he
hecho
y las
cosas que
soy.

Alguna vez,
te has 
preguntado
Por qué
estás
sólo
esta
noche.

Si pudiera
dibujar esto
lo haría.
Los vientos
convirtiéndose
en mar.
Sentado en frente
de mi ventana
conocí mi
estrella favorita
y fue horrible
para mí.


If you're in love, then you're the lucky one.
"Y al respirar propongo ser quien ponga el aire, 
que al inhalar me traiga el mundo de esta parte. 
Y respirar tan fuerte que se rompa el aire, 
aunque esta vez si no respiro es por no ahogarme."
26/03/16
10:49:18 p.m.

Desearía ser viento para surcar los cielos y llegar a dónde estás vos, escondida entre las montañas de aquel pueblucho que insiste en alejarte de mí, de nosotros. Ahora, todos tres estamos separados y esparcidos en distintos puntos del país; cuan hijo de puta puede resultar el mundo, la vida, todo. 
Pero te volveré a ver, porque te ansío, porque te extraño, porque los tres prometimos volvernos a ver. Porque te quiero, porque de vez en cuando te sueño, porque te(me) preocupo, porque no quiero partir sin verte; sin vernos. No quiero que ella parta, sin vernos. 
No quiero, soy terco, obstinado, atrevido, descarado,
Pero te quiero,
ver.
He escuchado, por ahí, vagando las calles, que a través de las palabras podemos concebir el dolor como una criatura más tangible; tan ajena y tan cercana a nosotros que podemos tratarla aunque nos esté carcomiendo el alma. El dolor es un arma de doble filo, pues puede causar daño tanto a la víctima como al victimario. Un error, un pequeño y minúsculo error puede ser causante del mayor de los dolores; la culpa, mi amigo, es el mayor de los dolores. 

Quizá en algún punto aprenda a ser más competente, a ser menos humano, menos propenso a los errores, menos ciego, menos lamentable cuando me pongo a mí mismo en estos estados. Parezco un cachorro con una patada herida y dejado atrás por su manada. Corran, corran, aléjense y váyanse como todo el mundo,
No es la primera vez que caigo
y me incorporo
sin rumbo.

jueves, 24 de marzo de 2016

Historia en perspectiva de una corta visita a casa.

Escribir es un acto valiente cuando en tu mente y corazón hay decenas de sentimientos encontrados y no sabes cual empezar a expresar primero. Escribir,  es, en esencia, la expresión más pura del sentimiento; escribir de por sí es una esencia. Esencia adictiva, peligrosa, poderosa. Pero no voy a empezar a enumerar razones para equis o ye; me dedicaré a escribir y dejar que sean las palabras atoradas en mi cabeza las que realicen todo el trabajo por mí.

He estado muy callado aquí, muy alejado, muy triste, muy ido. Al final del día, era debido a que me faltaba la ciudad dónde crecí, viví, reí; hice, deshice todo y nada. Repitiendo así el ciclo de manera terca e insubordinada, de la misma manera que hice siempre. Soy un insubordinado, un terco, un joven complejo y jodido que no gusta la idea de aprender de sus errores. Es justamente por ello que hoy quiero dedicarle a cada uno de los que estuvieron ahí a mi regreso un pequeño fragmento de este Blog que tanto aprecio, pues él ha sido el único que ha estado conmigo sin importar tiempo o distancia alguna de dónde me encuentre; siempre he teneido mis versos y estos nunca han dejado de acompañarme por más turbio que se haya tornado el camino para mí en algún momento.

Volví y tuve que partir una vez más de mi hogar. Es curioso como generalmente la concepción de 'hogar' está encadenada al lugar donde crecimos o vivimos en algún punto de nuestras vidas; para mí, ajeno a eso, mi hogar está en las personas que dejé en el lugar dónde crecí. La capital es grande, enorme, abismal y a la vez, encantadora. Debo admitir que me siento culpable, pues a si bien extraño con creces mi hogar, no dejo de estar encantado con esta ciudad y las oportunidades que tiene por ofrecer; es un tesoro escondido en el centro del país, tesoro que en muchos casos es menospreciado y dejado de lado por prejuicios y demás regionalismos estúpidos que reinan la sociedad en la cual vivimos. 

Sí, es cierto, podría empezar a escribir persona por persona, situación por situación y hacer una lista de ello, pero eso volvería demasiado explícito lo que escribo y mi idea siempre ha sido que las personas que lean, entiendan sin nombre alguno que va dirigido hacia ellas. Dicho esto, dando unas cuantas decenas de rodeos al igual que siempre, voy a proceder. 

Mis días en la capital la última semana antes de partir eran un constante "Casa, pronto." y aquel pensamiento me permitió reunir las fuerzas necesarias y faltantes para soportar los pocos días que faltaban para estar en mi hogar; no, no es porque la capital sea mala, es porque el estar lejos pero a la vez cerca de mi hogar sólo me hacía pensar en cuanto deseaba estar allá. De alguna manera, logré llegar al final de aquella semana aún cuando las ansias ya me carcomían por dentro. "No hay tickets" escuché taquilla por taquilla de la terminal hasta que al intento número diez encontré un bus que iba a partir a las cuatro de la tarde; algo destartalado y anticuado, pero en el momento sólo me importaba estar en casa. Sabía que el viaje iba a ser una grandísima mierda, pero como todas las cosas en la vida; no puede haber llegar algo bueno sin un poco de mierda atravesada en el camino. 

Una vez el bus partió del terminal, sonreí y suspire en silencio pues sabía que ya faltaba poco para llegar a casa. Mi casa, mi hogar, mi ciudad. Omitiré detalles del viaje, así que simplemente diré que fue, tal como lo había predicho, una mierda. 

Pero, al llegar, viví uno de los momentos más bellos de todo el año. Había intentado permanecer despierto durante la mayor parte del viaje, pero, en un punto, el sueño me venció y al abrir los ojos, en ese preciso instante, estábamos entrando a la ciudad y al voltear a la izquierda, las luces de la montaña irradiaban y me enceguecían; sentía, incluso, que me sonreían y me daban la bienvenida como si fuera un viajero perdido que encontró una vez más el camino a casa después de unos cuantos meses, meses que sentí como años. La ciudad, mi ciudad, la amada y mi hermosa ciudad se veía tan radiante bajo la luz de la luna bañándola y cubriéndola en un aire cautivador. Cuantas borracheras, historias y personas vinieron a mi mente en el momento, la verdad, no lo sé, fue una mezcla de sentimientos y sensaciones que lograron brotar un par de lágrimas de rostro. 

Me repetía mientras llegaba al apartamento 'Llegué, llegué.' una y otra vez al punto de parecer una repetidora y perturbar un poco al conductor del taxi que me llevó. Apenas entré, imágenes de mi última borrachera en la ciudad vinieron a mí y con ella la nostalgia, las risas y las historias evocadas y reunidas esa noche del diecinueve de diciembre del dos mil quince. Dormí. Dejé que la mañana pasará y platiqué con todos los miembros de mi casa sobre las historias vividas en al capital y las descabelladas aventuras que planeo emprender en unos pocos años en busca de mi futuro. Y, finalmente, el momento más esperado del día llegó; la reunión con mis amigos.

La primera persona con la que me encontré al llegar estaba en la biblioteca tomando unas fotos y, al detallar su presencia, me le acerque y le dije al oído 'Que foto tan genial.' Tras ello, ella simplemente volteó, me miró, soltó la cámara, me abrazó y unas cuantas lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos; de igual manera que sucedió con los míos. Nos abrazamos, reímos, recordamos historias viejas y nos contamos algunas en las cuales no pudimos estar presentes; fue un rato corto que acordamos se repetiría después, cosa que sucedió.

Al rato, recibí una llamada; era ella. Me dijo que estaba dirigiéndose a la biblioteca en ese momento, la esperé, me despedí de la muchacha con la que estaba y salí a esperar que llegará. Distraída, entro a la biblioteca y yo aproveché y la sorprendí abrazándola por la espalda; nos quedamos en silencio un rato, sin decirnos absolutamente nada hasta que uno de los dos se digno a decir 'Hola'. Salimos, nos sentamos, reímos, hablamos, recordamos y se burló un poco de mí por un par de cuestiones y mañas que se han ido arraigando en mí aquí en la capital. Tras un corto rato procedimos a despedirnos aunque, la verdad, quedé con un sinsabor al momento de verla partir, pues apenas empezaba a volver a saborearla sabía que pronto me tendría que ir una vez más. Pero decidí no darle trascendencia al pensamiento en aquel instante; sólo quería que la noche siguiera igual de emocionante a como había estado el día  y lo estuvo, muchísimo más. 

Nunca he sido de admirar mucho a las personas, de ninguna manera, pero, hay un factor o detalle particular el cual agradezco que la mayoría de mis amigos de allá, de mi ciudad, tienen y que los hacen tan diferentes de la gran mayoría de personas que conozco y conocí en algún punto de mi vida; a pesar de la distancia, el tiempo e incluso la comunicación, la energía, el cariño y la amistad seguían intactos y lo pude comprobar al momento de encontrarme con Oscar. Hace muchísimo tiempo un abrazo no lograba hacerme vibrar de tal manera. Y así mismo, fueron llegando uno por uno, una por una ,las personas con las cuales viví y compartí historias largas, cortas, complejas y sencillas, pero historias al fin y al cabo. Cada uno me dio a entender a su propia y confidente manera que me habían extrañado mucho, incluso, pude percibir cómo algunos pensaban lo mismo que yo; me habían extrañado y sabían que pronto lo iban a volver a hacer. De alguna manera, logramos hacer un acuerdo silencioso y mutuo de no hablar del tema y disfrutar la noche que apenas estaba empezando. 

Lo que pasó las tres primeras horas, por acuerdo entre todos los presentes, quedó y quedará entre los presentes. Pero, como repetí muchísimas veces esa noche y las demás noches que pasé allá, no pude haber pedido más para esa noche y, la verdad, apenas estábamos empezando a calentar. La noche siguió de largo y con ella fueron y vinieron besos, abrazos y risas entre todos. No podía sentirme más lleno: estaba en casa, al fin y al cabo. En un momento, no pude de la emoción y partí en lágrimas y les dije a un par de personas que la falta que todos me hacían era enorme y a veces era difícil lidiar con ella por mi cuenta, ya que no quería que nadie sintiera compasión por mí. 

Al final de la noche, todos estábamos demasiado ebrios como para caminar, pensar, vivir. No estoy seguro de cómo llegué a mi casa sin haber sido robado o violado en el camino, el estado en el que estaba era deplorable, pero, me sentía enormemente feliz por ello. 

Al otro día, supuestamente, debía de madrugar para reunirme con un ex-compañero de mi época de colegio. Digo supuestamente, pues en medio de la borrachera se me olvidó la hora y al final me desperté a las ocho de la mañana, aún ebrio y corriendo para ir a verme con el a tiempo. Lo hice. Hablamos, caminamos y dialogamos volviendo a la época en dónde nos hacíamos en el patio a sostener argumentos filosóficos con respecto al mundo y la gente tan estúpidamente vacía con la que convivíamos día a día. En un punto, decidimos ir a visitar a una amiga nuestra, que también estuvo conmigo la noche anterior; pijama y buso muchas veces más grande que ella misma es la imagen que tengo plasmada en mi cabeza al recordarla. Aún así, nos recibió y hablamos un buen rato hasta que mi compañero y yo partimos, no sin antes ellos pautar conmigo una hora y un lugar para darme una 'sorpresa' que, la verdad, estuve el resto del día preguntándole a ambos a la espera de que alguno me dijera algo. Fracasé, claro. Pasé el resto de la tarde con la muchacha con la cual me reuní primero en la biblioteca. Creo que ambos fuimos felices en ese rato, aún cuando fue algo corto desde mi visión, pero fue muy provechoso para ambos; le extrañaba muchísimo, al fin y al cabo. 

La noche la compartí con un viejo desierto al cual le debo y agradezco muchísimas más cosas de las que podría expresar en palabras, incluso, abriéndole en espacio aquí este blog; sería poco y me sentiría mal agradecido si sólo hiciera eso. No es un agradecimiento total, es un agradecimiento parcial; gracias por absolutamente todo. 

El lunes no se hizo esperar; llegó impaciente y con él, la sorpresa que tan curioso me tenía por fin se dio a conocer. 

Hay un detalle con respecto a mí que muy pocas personas saben y es que no me gustan casi los regalos materiales. Prefiero regalos simbólicos que me lleguen bien adentro del alma y calen ahí adentro, al punto de tocar y sacar a flote mi sensibilidad. Vetusta, Calamaro y Dillon fueron las razones secundarias de que esta saliera a flote, la principal fueron las personas que lo hicieron conmigo. Descubrí un don que ignoraba de alguien a quién quiero mucho y al escuchar esa voz tan armoniosa, no pude hacer más que romper a llorar del choque emocional que me causó. Al terminar, sólo pude darles las gracias e improvisar uno de mis monólogos que siempre surgen a la luz cuando mis emociones están a flor de piel. Los abracé y besé a cada uno. Gracias, gracias.

El martes llegó y compartí con personas que no conocía pero que son a su propia manera luces bellas que aún si fue por un breve instante, me alegro de haber conocido. El día se me fue rápido hasta el momento que en que llegó la noche: la verdad, sólo estaba esperando que se fuera el día para poderle ver antes de partir. Y ahí la esperé hasta que llegó, dónde siempre nos veíamos cada que acordábamos vernos; feliz me puse al verle, aunque algo por dentro estaba empeñado en evitar que lo estuviera más. Nos escondimos en un bar y allí, una vez estuvimos sentados, no pude hacer nada más que besarle e interrumpirle cada que hablaba; me faltaba, me faltaba demasiado. Entre trago y trago, empecé a decirle todas aquellas cosas que esperé meses para poder decirle. Le dije el dolor que me causaba el pensamiento de que podría estar besando a alguien más o, peor aún, queriendo a alguien más; le confesé lo egoísta que era de mi parte pensar así, pero también le expliqué que no podía cambiar la manera ne la que sentía, así quería, así siempre he querido. Le dije como me han tratado de idiota, de imbécil, de guevón y de valiente al respetar mis sentimientos por ella aún teniéndola en la distancia, evitando involucrarme de cualquier manera con alguna mujer allá en la capital. Ella lloraba, me veía, me besaba, lloraba y nos besábamos a medida que las lágrimas del otro rozaban los labios propios. Al final de la noche, la llevé y la dejé en casa no sin antes darle un último beso y bajo la promesa de que no iba a olvidar nada de lo que le dije esa noche.

Al igual que toda historia tiene un inicio, un nudo y un final, a esta también le llegó su final. Estuve despierto desde temprano, dije mis hasta luego a mis familiares y decidí pasar la tarde con unos cuantos amigos, aprovechar hasta el último instante con ellos, hasta que me dieron una última sorpresa antes de irme de la ciudad; me llevaron hasta el terminal y se quedaron conmigo todo el rato hasta que mi bus partió. Hubieron lágrimas, risas, cervezas y conversaciones durante todo el rato, hasta que, finalmente, tuve que volver a partir de la ciudad que es mi hogar leyendo una carta que me fue dada para leer al momento de estar partiendo. Con el alma recompuesta y el corazón en la mano, una vez más.

Quiero que recuerden, siempre, que si bien ustedes me extrañan, es una falta de una sola persona; yo tengo que lidiar con la falta que todos y cada uno de ustedes me hacen.

Sin más que decir, a ustedes dos, niñas, las estaré esperando allá en la Capital para hacer realidad todo aquello de lo que hemos hablado.