Me acostumbré a recorrer las calles solo y a disfrutar de la
soledad que me pesaba sobre los hombros, pues era soportable recordando cuanto
tenía en otra ciudad; no por el hecho de que fuera otra ciudad, sino por el
mero de hecho de saber que lo tenía. La existencia era soportable por los pocos
pilares que tenía en esta soledad tan inmensa que de tantas maneras logra
llenarme más que muchas personas y situaciones en mi vida.
Estaba solo, pero no tenía remedio. Tenía que dejar que tanta vida hiciera su
labor sobre mí o que la muerte que le acechaba a diario ganara la eterna lucha
contra su declarada némesis y mal conocida como hermana. El mar iba y venía y
las olas chocaban contra los rompeolas mientras ilusamente me quedaba en la
orilla esperando que una ola me arrastrara y me llevara bien lejos, bien
adentro del mar, de manera que despareciere por un tiempo. Tal vez así
olvidaría que escuché palabras de aliento de alguien que se rindió cuando más
le necesitaba. Puedo ser amoroso y liberal, pero eso no significa que sea
estúpido ni mucho menos que me deje lastimar; no conscientemente al menos. Era
jodido y estaba en extremo jodido.
Creo que sólo puedo pedir perdón a todas las personas que en algún momento se
han cruzado en mi vida, pues sé que ninguno ha estado a parte de daños causados
por mí y ese deseo inconsciente que tengo de destruir y acabar con todo aquello
que me rodea, lentamente.
Me gustaría ser música, para así poder estar en tus oídos y
pensamiento en todo momento del día; pero no lo soy. No soy más que alguien
inseguro y temeroso del mundo que le rodea; puedo parecer grande y seguro por
fuera, pero por dentro estoy quebrándome en cada momento pensando en cómo
lentamente me volveré a ver desplazado de tu mente y corazón. Siempre ha sido
así, pero ahora, desde la distancia, lo siento más fuerte y vivaz que
nunca.
Pero ahora no es como otras veces, esta vez no espero señales de 'no te vayas
aún', 'quédate', nada. Quizá me gustarían por el hecho de poder sentir al menos
que en el fondo no es tan fría como para dejarme ir así, sin más. Pero estoy
lejos y eso ya no le importa. Sólo bastaba el hecho de yo estar lejos. De nada
servía algo impulsado por ella, porque yo volvía a estar lejos. Y eso es lo
único que le importaba. Así lo sentía; así lo vivía. De nada le servía, al
final a mí mismo me repetía una y otra y otra vez, sin piedad ni consideración
conmigo.
Fui verdugo y también fui decapitado.
Fui recuerdo y luego me convertí en olvido.
Fui amor y luego me llene de odio.
Fui inocencia y me tenté con la lujuria.
Fui ignorancia y adquirí conocimiento.
Fui vida y dejé que la muerte ganará.
Fui frialdad y me volví entrega.
Fui desamor y acabé vaciando botellas.
Fui descontrol y aprendí a desahogar mis penas.
Fui pensamiento y obsesión.
Fui miedo y caí ante la tentación.
Fui espectador y víctima de toda ovación.
Fui viento y lamentación.
Fui sueño y admiración.
Fui vida y desesperación.
Fui muerte y destrucción.
Fui ¿Soy?
Fui, ya no soy
Fui, era.
Hoy ya no sé qué soy; quién soy. Estoy a la deriva, navegando
turbias aguas intentando llegar a mi tan anhelado Copenhague, resignado a que
voy a acabar llegando solo. Pecado del alma lánguida y deprimida. Yo estoy en
la luna y vos en Medellín. Lejos del planeta tierra; tan cerca, pero tan
(pusilánime) lejos.
Sí, esto es una despedida. Me despedido de “Despojo del
Pensamiento” aunque realmente, en el fondo, no quiero hacerlo. Me encantaría
quedarme refugiado en este rincón que me brindó tanta calma y paz en momentos
tormentosos; porque, verán, al momento de nacer él (Le digo ‘él’, porque lo veo
como persona, incluso.) yo estaba en un mal momento, perdido, desorientado,
abandonado en medio de un mar de preguntas que mi mente joven procesaba y que
en ningún lado ni en ninguna persona lograba encontrar respuesta alguna; ni
joven, ni anciano. Estuve en un mal momento y Despojo fue el salvavidas que
nadó hasta las profundidades del océano en el cual naufragué, todo para
rescatarme.
Desde aquel momento creció conmigo, adentro de mí, incluso. Creció
fuerte y hermoso en poco tiempo; era lo contrario a mí, débil y horrible. Era
una visión casi utópica y disfrutable. Llegué a amarlo y a pensar que no
estaría en mi lugar si no hubiera nacido él. Despojo se convirtió en mi amigo,
mi confidente, mi guía, mi refugio; acudí a él en momentos dónde sentía que
todo el mundo me había dado la espalda y, por más deprimente o idiota que
suene, no era una idea para nada alejada de la realidad. Llegaron momentos en
los cuales éramos él y yo, yo y él. Caminábamos las calles a altas horas de la
noche con cerveza en mano, contemplando a las pocas personas que se veían a
esas horas en algunas calles, pero más que eso, disfrutábamos y sufríamos
juntos la soledad; era soportable, porque estábamos juntos, todo era soportable
simplemente porque estábamos juntos.
Pasó el tiempo y Despojo se enamoró y yo con él. Sufrimos juntos,
lloramos juntos, reímos juntos, alegramos juntos, nos fuimos juntos y volvimos
juntos; las últimas dos fueron especiales, puesto que fue un ciclo que
observamos encarnado en aquella persona de la cual nos habíamos enamorado. Se
iba y volvía, una y otra vez; aquello, más que cualquier otra cosa, nos hizo
especial daño, nos llevó al borde del colapso y acabamos tocando fondo en más
de una ocasión.
Es cierto que el tiempo cura. Pero cuando tienes a una persona en
un constante vaivén en tu vida este no tiene tiempo de poder curarte. No dejaba
de quererla y aquello era especialmente difícil, pues siempre que llegaba el
momento de partir, ella se iba y yo me quedaba, esperando que quizá, de alguna
manera, volviera; aunque bien en el fondo sabía que tarde o temprano lo iba a
hacer, que iba a volver y, peor aún, que yo iba a dejar que volviera.
Más tarde que temprano me di cuenta de que “Despojo del
Pensamiento” era el culpable de que siempre me permitiera a mí mismo dejar que
ella volviera. Tan plasmados llegaron a estar mis sentimientos por ella, tan
fuertes y tan explosivas palabras utilizadas para describir un vaivén tan
dañino pero de alguna manera adictivo. La solución era simple; tenía que
renunciar y dejar atrás a “Despojo del Pensamiento”, porque mientras él yo siguiéramos siendo uno, le seguiría
queriendo y, hoy, después de tantas idas, debo decir que no quiero quererla
más, nunca más. No quiero. No lo haré. Me niego, me libro. No puedo, no debo.
Pero dejar Despojo del Pensamiento es más que sólo dejar atrás una
piedra en el camino a la cual amé y adoré, dejarlo es dejar en la banal memoria
que poseo historias de cuando la bailarina hacía y deshacía con mi corazón; la
primera persona de la que me enamoré con fuerza y pasión. Hoy día la veo en
redes, caminando calles de vez en cuando cada que regreso a casa, la veo bien,
feliz, contenta, plena; el secreto con ella es que, sin darte cuenta, te
llenará la vida antes de que lo notes y cuando caigas en cuenta de ello ya será
demasiado tarde, estarás condenado a pasar el resto de tus días enamorado de
ella y, claro, demostrándole lo enamorado que estás.
La historia de aquel amigo que alguna vez tuve y con el que, como
cualquier ser humano, cometí algunos errores por los cuales fui juzgado con una
severidad exagerada por alguien que, realmente, tenía un odio ciego hacia mí.
El problema con el odio ajeno es cuando este odio tiene poseído a alguien que
sabe manipular y tirar de los hilos; tarde o temprano, todos acaban cumpliendo
su voluntad sin siquiera inmutarse a ello. Fue complicado: libraba una guerra
silenciosa conmigo mismo y encima, contra la mayoría que veía alrededor mío.
Fui burlado, denigrado y humillado. Pero seguí luchando a pesar de ello y hoy,
pocos años después, todo mejoró y cada quién recibió lo que se merecía. La
justicia universal nos tiene algo guardado a todos y cada uno. No hay que
subestimarla, pues el día de mañana, puede venir y arrebatar de ti todo aquello
que en su momento le quitaste a alguien.
Historias de cuando era, quizá no más joven, pero sí mucho más
estúpido e inocente. Aquella época pasada en la cual consideraba que todos a mí
alrededor eran buenos y puros. El mundo no empeora a medida que uno va
creciendo, sólo empezamos a ser conscientes de la realidad del mismo. Tanto el
mundo que todos habitamos, como el mundo que es cada persona; lleno de falsedades
y nimiedades.
El mundo se desmorona con cada párrafo que escribo. Él sabe lo que
se avecina y es consciente de que cada párrafo de más, es un paso más cerca del
final de él. Sé que también se aferra desesperadamente a la vida como yo y
todos lo hemos hecho en algún momento. Pero también me comprende. Sabe que no
estoy haciendo esto sin motivo. Tengo razones. Él me apoya, pero no quiere
morir y yo no quiero acabar con él. Pero no hay otra salida. Necesito dejar
atrás aquella parte de mi vida. Hay un horizonte de posibilidades en frente mío
y por más que intenté incluirle, al momento de partir, escogió la salida más
fácil.
Sólo necesito a alguien que
no quiera escapar.
Cuando fui un diseñador de arquetipos y me perdí en las playas del
mar caribe la vida parecía simple y perfecta. Todo lo que inventaba era
perfecto, era original. Pero poco a poco las olas fueron subiendo cada noche
hasta que sumergieron el mundo que había creado en torno a ellas. Un castigo
injusto, quizá necesario, lo desconozco, nunca lo sabré y no lo quiero saber.
Heaven smiles.
Y ríe mientras lo hace. Es un pequeño descarado. Pero no me
molesta que lo haga, yo también lo hago de él. Pretende ser tan grande y
cubrirnos a todos, pero está tan solo y vacío. Subestima el qué y quién soy.
Puede que sea pequeño por fuera, pero por dentro soy inmenso.
…
Ojalá olvide pronto el color de tus ojos, los lugares que
frecuentas, las canciones que gustas y como las cantas con pasión cuando
quieres y, más que todo, espero que las canciones que escucho dejen de
recordarme a ti. No quiero recordarte más. No puedo decir que te odio, porque
estaría mintiéndome a mí mismo, pero sí puedo decir, con toda seguridad, que no
quiero amarte más. Sí, eso era lo que necesitaba para por fin dejarte ir; dejar
de ponerte a ti antes que a cualquier cosa, situación o persona, y darme a mí
algo de importancia que difícilmente antes me había dado.
Incluso, tras mucho guardar silencio, por fin estoy logrando
establecerme sólo, pero eso es algo que no alcancé a decirte, pues partiste
antes siquiera de darte la noticia. Pero ya nada de eso importa, yo sé que
también quedaré en tu memoria como una estúpida piedra en el camino. O tal vez
no. Tal vez, lo que estoy diciendo sean las emociones a flor de piel saliendo y
diciendo todo aquello que durante varias noches me ha tenido atormentado. Esta
es mi despedida y por ende, es la última vez que voy a escribir aquí y en
cualquier lugar, de ti. Me quebré. No tienes idea cuánto. No voy a negar que te
amé con todo lo que pude, porque de hecho, lo hice. Pero no puedo seguir
haciéndolo. Puede que en unos años las memorias vengan y tal vez me arrepienta,
tal vez me diga a mí mismo que era lo correcto, solamente lo sabré cuando
llegue el momento.
Pero por ahora estoy sentado en mi cuarto observando las paredes
que construí en este mundo desmoronarse. Todo se está cayendo a pedazos y aún
no sé cómo no me han golpeado los escombros. Son las once de la noche y al
mirar por la ventana parecen las cinco de la tarde. El sol está confundido y le
teme a la muerte. No quiere apagarse, aún le faltan varios millones de años
antes de que eso definitivamente pase; es consciente de su destino, pero no
quiere que este llegue antes de tiempo. La luna está bailando junto a él, le
susurra que todo estará bien y que si es necesario, dejará de brillar con él;
promesas hipócritas considerando que esta aprovecha el brillo del sol para
brillar ella y así engañar a los ignorantes. Yo observo desde mi cuarto, que
ahora está en la cima del planeta; yo estoy en la cima de mi propio planeta.
Cada uno es un mundo, un universo a descubrir y explorar.
Va siendo hora de dejar el planeta, me digo mientras lo observo
desmoronarse desde la cima. Mientras decido a dónde partir, vienen a mí
recuerdos de cuando fui rey, verdugo, protagonista, antagonista, despechado,
terapeuta, cantante, protector, protegido, amigo, enemigo, ebrio, abstemio,
inocente, inocencia perdida, niño, joven, adolescente, puberto, soñador, iluso,
perdido, encontrado, víctima, victimario, sueño, despertar, canción, cuna,
verso, lecho, cama, habitante, desplazado, fuerza, debilidad, constancia,
abandono, alegría, fuerza, tristeza, debilidad, amor, odio, sueño, despertar,
vida, muerte. Tantas cosas que fui en este sueño del cual no quiero despertar
ahora; pero el amanecer llegará pronto y debo partir a un nuevo plano y luchar
por el futuro que tanto soñé y luché por tener. La oportunidad de establecerme,
de vivir, de estudiar, de aprender. De querer-querer un futuro para mí, para
los míos. Un futuro en el cual pueda volver a mi hogar con la frente en alto y
decir que tuve éxito, que logré afrontar los retos que se me pusieron al frente
y que pude contra ellos, que extrañé y dolí estar lejos de casa mucho tiempo,
pero que finalmente, todo lo que dije que valdría la pena, la valió.
Puede parecer esquizofrénico la manera en la que me refiero a
Despojo como una persona, pero, él ha llegado a responderme en momentos en los
que he estado sólo frente al espejo cuestionándome por nimiedades que me
alteran y quitan el sueño y la tranquilidad día a día, noche tras noche.
Despojo no es ni mi hermano, ni mi hijo, ni nada por el estilo; Despojo del
Pensamiento es, nada más y nada menos, que una parte de mí, de quién soy, de lo
que soy. Silencioso, deprimido, cansado, desgastado y, yendo al otro extremo, ruidoso,
animado, vivaz y locuaz…
Pero los tiempos cambian, las personas también. Todo gira en torno
a un ciclo que debe ser respetado; hay que sacarlo todo a fuera, para que
adentro crezcan cosas nuevas. “Nadie quiere que adentro algo se muera” decía
Mercedes Sosa; lo gracioso es que si bien respeté esta frase a lo largo de mi
vida, difícilmente llegué a respetarlo en su totalidad, pues muchas cosas
dentro de mí fueron muriendo a medida que iba creciendo. Era difícil evitarlo;
os reto. Miren a la época de su infancia y díganme si queda algo de aquel niño
tonto que veía con ilusión y brillo el mundo a su alrededor. Nada, nada, nada,
nada, nada, nada, nada. Absolutamente nada.
En este momento sólo pienso en lo mucho que construí gracias a él
y en cuanto me ayudó en malos momentos y terribles épocas. Si bien suena
repetitivo, nadie comprende lo mucho que me duele dejarlo; quisiera no hacerlo.
Pero Despojo se convirtió en una piedra más en el camino, una de la que también
me enamoré y sufrí con toda la fuerza que pude.
…
Nací en una ciudad relativamente pequeña y desde mis primeros
instantes, cuestioné mentalmente todo a mi alrededor, queriendo comprender el
funcionamiento del mundo y las ideologías que las personas mayores a mí con
tanta fuerza intentaban (Y en mi juvenil ignorancia, lograban) inculcar en mí.
Hay un momento muy especial, en el cual, preguntándole a mi abuela ‘quién’
había creado a lo que llamaban ‘Dios’; en aquel momento sólo me respondió “Dios
se creó a sí mismo”. En aquel entonces siendo un pequeño niño de 6 o 7 años,
recuerdo como aquella respuesta me pareció ilógica y de cómo no le lograba
encontrar lógica alguna a una ideología que estaba fuera de todo razonamiento y
ciencia. Era pequeño, sí, pero no tan ignorante como muchos creían.
Mi familia era un estereotipo de ‘todo está bien’ cuando en
realidad, no lo estaba. Aquello me daba rabia, esa estupidez de guardar las
apariencias y aparentar que TODO estaba bien cuando no lo estaba. La enfermedad
de mi abuelo, fallos económicos, quiebres familiares, odios irracionales contra
personas externas y, en algunos casos, internas. Aquello era estúpido y me
preguntaba cómo era posible que me dijeran que yo era el niño cuando ellos eran
los que actuaban llevados de la ira y sentimientos anexos a ella.
Poco después de la muerte de mi abuelo, partí de la ciudad que me
vio nacer con muy poca tristeza; realmente nunca me había sentido atado a ella,
quizá era muy joven para entender en plenitud lo que era extrañar un lugar y
querer volver al tiempo después, situación que vivo actualmente con mi amada
capital de la montaña. Partí y conocí Medellín, la ciudad que me adoptó. Yo era
un pequeño niño que carecía de amigos en aquel entonces, la muerte de mi abuelo
me sumió en una profunda depresión en la cual yo decidí aislarme de toda
persona ajena a mi familia. Pasaba mis días frente a la computadora perdiendo
mi tiempo en banalidades como redes sociales y juegos en línea, todo el día,
todos mis días, se basaban en ello. No salía y si salía, me daba temor que
alguien me hablara. Eran pocas las situaciones donde no me daba pena o temor
hacerlo, contadas; pero fui inteligente y evité en lo posible que mi familia se
diera cuenta de aquella actitud que tomé frente al mundo.
Llegó el año 2012 y yo, en medio de problemas y carreras entre una
ciudad u otra, me atrasé un par de años académicamente, así que recién
comenzaba 8°. Empecé 8° y en mi primer día conocí a un par de personas que
fueron mi primer contacto real con el término ‘amigo’ en muchos años, Julian y
José. Tiempo después llegó Andrés, pero la historia con él fue más bien
agridulce y la he tocado demasiadas veces como para gastarle más palabras a una
situación que realmente nunca tuvo solución. Cuando los conocí yo era lo más
asocial posible, pasaba mis días entre libros y letras, en silencio. Pero
rompieron mi burbuja y me mostraron que había un mundo más grande y por
descubrir; a veces se burlaron de mi manera literaria de pintar y describir las
cosas, pero, bueno, años haciéndolo no me dan para más. Con ellos experimenté
mis primeras fiestas, mi primera pareja, mi primera borrachera. Historias que
quedaron en eso, historias. Pero en mi memoria están resguardadas contra el
tiempo y el olvido, pues sin ellos, nunca hubiera salido de la burbuja en la
cual me protegía de la sociedad que me rodeaba.
8° también trajo personas a mi vida que cobrarían mayor y especial
importancia tiempo después, como lo fue Pablo Molina. Especialmente Pablo
Molina, Desierto en el Alma. Hoy en
día aún lo tengo en mmi vida y a pesar de problemas y situaciones que nos
pudieron en su momento, al final, logramos superar todo y puedo decir que hoy
día, es una de las personas que más quiero, admiro y extraño. Gracias a él
nació Despojo del Pensamiento, en primer lugar. El me incitó inconscientemente
a no tener miedo de mostrarle al mundo mis escritos que en su momento consideré
patéticos e inútiles. Su valor y capacidad para expresar el mundo tan inmenso
que carga sobre sus hombros me dio el valor que necesitaba para crearlo. Era
necesario hablar de él en algún momento, aunque muchísimas veces lo hice de
manera indirecta, pues, gracias a él, es todo esto.
Mis historias de 9°, 10° y 11° están plasmadas cada una a lo largo
de este blog, así que no voy a malgastar mi tiempo rememorando situaciones que
en otras entradas ya están plasmadas, sea en forma de diario o en forma de
poema; hay más de una manera de contar una historia y las historias de esos
tres años no van a volver a surgir de los rincones de mi memoria, dónde por mi
bien, decidí dejarles enterradas.
Pero mi vida no giró en torno al colegio únicamente. Hay ciertas
personas que pasaron por mi vida y que por una razón u otra, ya no están o al
menos, yo ya no estoy con la fuerza con la que estaba antes en la vida de ellas.
Sthefany es una de ellas, aún le amo, aun cuando las cosas se complicaron entre
los dos y las situaciones poco a poco nos fueron distanciando; sólo espero que
recuerde que estoy para ella y siempre lo estaré como ella estuvo conmigo en
momentos difíciles donde sólo quería tirar la toalla. Isabela, Daniela,
Carolina, Juliana, Manuela; no quiero extenderme hablando mucho de ellas, pero
les quise y les sigo queriendo como un día prometí que nunca dejaría de hacer.
Camila, mi pequeña pelirroja que tanto adoro con mi corazón; sólo
me dijo que me amaba una vez y con esa vez, me ha bastado y me bastará por el
resto de mis días, hasta donde sea que estos lleguen. Yo la amo, pero como en
toda relación (Sentimental o amistosa) hay un amado y un amador (P.D: Esto lo
aprendí de Pablo, Gracias.) y cada uno juega su papel predeterminado. Nunca me
ha interesado que me ame, sólo amarla e intentar demostrárselo en medio de la
distancia que me precede. Es en quién pienso las noches que paso en vela
intentando conciliar el sueño pensando en cómo estarán las vidas de aquellas
personas que dejé en Medellín; quizá sea porque cumplimos el mismo día, de
hecho, no me importa mucho entender el porqué, es mejor mantener la magia en el misterio.
Maria Fernanda y Valentina. Me refiero a ellas dos como
si fueran una sola, porque realmente eso son; todos aquellos que les conocemos
somos conscientes de que antes que amigas, parecen más un matrimonio. Quizá el
tiempo que ellas llevan en mi vida no sea tan extenso, pero la intensidad con
la que han estado compensa absolutamente cualquier falta o detalle de tiempo.
Llegaron con fuerza y se quedaron a pesar de que me tienen lejos y cada que
pueden me recuerdan y demuestran que siguen estando ahí a pesar de que yo no
estoy. En las noches cuando recorro la capital sólo logro ver imágenes de
nosotros tres, recorriendo de arriba abajo las frías calles de Bogotá; aun
cuando el sueño no llegue a hacerse realidad, es un sueño que me da estabilidad
y me da algo a lo que aferrarme y mantenerme atado cuando sólo quiero despegar
y abandonar finalmente el planeta.
A todos, os quiero.
…
Abandono Despojo del Pensamiento y le dejo morir de la misma
manera con la que fue concebido, con intensidad, un poco desesperado, algo
perdido y un poco atolondrado y elevado. Le abandono aun sabiendo que fue parte
mía, pero sabiendo también, que es por mi propio bien. No quiero quererle y me prometí no hacerlo más. El futuro es ahora;
mi futuro es ahora y viene con mayor intensidad ahora que decidí ponerle del
todo la cara. Vienen retos más grandes y vendrán momentos en los cuales querré
abandonarlo todo, pero, ahora…ya no tengo
nada que me quiera hacer volver al
pasado.
Hoy, dejó atrás esta historia que no había tenido fin
Y me aventuro a una nueva, retándome
A mí mismo
A ser feliz,
A escribir una historia,
Sin ti.
"Se va, por fin se acaba
Y ya no moriré al ver tu mirada".
Gracias a todos los que en algún momento me leyeron,
De verdad.
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