sábado, 26 de marzo de 2016

Quiero ser cigarrillo e intoxicarte el corazón,
Y volverme
tu cáncer
de 
pulmón.
Quisiera ser luz, para viajar a través del tiempo.
El cielo sonríe
sobre mí
hijo.
Así es, 
me voy al
averno;
por las
cosas
que
he
hecho
y las
cosas que
soy.

Alguna vez,
te has 
preguntado
Por qué
estás
sólo
esta
noche.

Si pudiera
dibujar esto
lo haría.
Los vientos
convirtiéndose
en mar.
Sentado en frente
de mi ventana
conocí mi
estrella favorita
y fue horrible
para mí.


If you're in love, then you're the lucky one.
"Y al respirar propongo ser quien ponga el aire, 
que al inhalar me traiga el mundo de esta parte. 
Y respirar tan fuerte que se rompa el aire, 
aunque esta vez si no respiro es por no ahogarme."
26/03/16
10:49:18 p.m.

Desearía ser viento para surcar los cielos y llegar a dónde estás vos, escondida entre las montañas de aquel pueblucho que insiste en alejarte de mí, de nosotros. Ahora, todos tres estamos separados y esparcidos en distintos puntos del país; cuan hijo de puta puede resultar el mundo, la vida, todo. 
Pero te volveré a ver, porque te ansío, porque te extraño, porque los tres prometimos volvernos a ver. Porque te quiero, porque de vez en cuando te sueño, porque te(me) preocupo, porque no quiero partir sin verte; sin vernos. No quiero que ella parta, sin vernos. 
No quiero, soy terco, obstinado, atrevido, descarado,
Pero te quiero,
ver.
He escuchado, por ahí, vagando las calles, que a través de las palabras podemos concebir el dolor como una criatura más tangible; tan ajena y tan cercana a nosotros que podemos tratarla aunque nos esté carcomiendo el alma. El dolor es un arma de doble filo, pues puede causar daño tanto a la víctima como al victimario. Un error, un pequeño y minúsculo error puede ser causante del mayor de los dolores; la culpa, mi amigo, es el mayor de los dolores. 

Quizá en algún punto aprenda a ser más competente, a ser menos humano, menos propenso a los errores, menos ciego, menos lamentable cuando me pongo a mí mismo en estos estados. Parezco un cachorro con una patada herida y dejado atrás por su manada. Corran, corran, aléjense y váyanse como todo el mundo,
No es la primera vez que caigo
y me incorporo
sin rumbo.

jueves, 24 de marzo de 2016

Historia en perspectiva de una corta visita a casa.

Escribir es un acto valiente cuando en tu mente y corazón hay decenas de sentimientos encontrados y no sabes cual empezar a expresar primero. Escribir,  es, en esencia, la expresión más pura del sentimiento; escribir de por sí es una esencia. Esencia adictiva, peligrosa, poderosa. Pero no voy a empezar a enumerar razones para equis o ye; me dedicaré a escribir y dejar que sean las palabras atoradas en mi cabeza las que realicen todo el trabajo por mí.

He estado muy callado aquí, muy alejado, muy triste, muy ido. Al final del día, era debido a que me faltaba la ciudad dónde crecí, viví, reí; hice, deshice todo y nada. Repitiendo así el ciclo de manera terca e insubordinada, de la misma manera que hice siempre. Soy un insubordinado, un terco, un joven complejo y jodido que no gusta la idea de aprender de sus errores. Es justamente por ello que hoy quiero dedicarle a cada uno de los que estuvieron ahí a mi regreso un pequeño fragmento de este Blog que tanto aprecio, pues él ha sido el único que ha estado conmigo sin importar tiempo o distancia alguna de dónde me encuentre; siempre he teneido mis versos y estos nunca han dejado de acompañarme por más turbio que se haya tornado el camino para mí en algún momento.

Volví y tuve que partir una vez más de mi hogar. Es curioso como generalmente la concepción de 'hogar' está encadenada al lugar donde crecimos o vivimos en algún punto de nuestras vidas; para mí, ajeno a eso, mi hogar está en las personas que dejé en el lugar dónde crecí. La capital es grande, enorme, abismal y a la vez, encantadora. Debo admitir que me siento culpable, pues a si bien extraño con creces mi hogar, no dejo de estar encantado con esta ciudad y las oportunidades que tiene por ofrecer; es un tesoro escondido en el centro del país, tesoro que en muchos casos es menospreciado y dejado de lado por prejuicios y demás regionalismos estúpidos que reinan la sociedad en la cual vivimos. 

Sí, es cierto, podría empezar a escribir persona por persona, situación por situación y hacer una lista de ello, pero eso volvería demasiado explícito lo que escribo y mi idea siempre ha sido que las personas que lean, entiendan sin nombre alguno que va dirigido hacia ellas. Dicho esto, dando unas cuantas decenas de rodeos al igual que siempre, voy a proceder. 

Mis días en la capital la última semana antes de partir eran un constante "Casa, pronto." y aquel pensamiento me permitió reunir las fuerzas necesarias y faltantes para soportar los pocos días que faltaban para estar en mi hogar; no, no es porque la capital sea mala, es porque el estar lejos pero a la vez cerca de mi hogar sólo me hacía pensar en cuanto deseaba estar allá. De alguna manera, logré llegar al final de aquella semana aún cuando las ansias ya me carcomían por dentro. "No hay tickets" escuché taquilla por taquilla de la terminal hasta que al intento número diez encontré un bus que iba a partir a las cuatro de la tarde; algo destartalado y anticuado, pero en el momento sólo me importaba estar en casa. Sabía que el viaje iba a ser una grandísima mierda, pero como todas las cosas en la vida; no puede haber llegar algo bueno sin un poco de mierda atravesada en el camino. 

Una vez el bus partió del terminal, sonreí y suspire en silencio pues sabía que ya faltaba poco para llegar a casa. Mi casa, mi hogar, mi ciudad. Omitiré detalles del viaje, así que simplemente diré que fue, tal como lo había predicho, una mierda. 

Pero, al llegar, viví uno de los momentos más bellos de todo el año. Había intentado permanecer despierto durante la mayor parte del viaje, pero, en un punto, el sueño me venció y al abrir los ojos, en ese preciso instante, estábamos entrando a la ciudad y al voltear a la izquierda, las luces de la montaña irradiaban y me enceguecían; sentía, incluso, que me sonreían y me daban la bienvenida como si fuera un viajero perdido que encontró una vez más el camino a casa después de unos cuantos meses, meses que sentí como años. La ciudad, mi ciudad, la amada y mi hermosa ciudad se veía tan radiante bajo la luz de la luna bañándola y cubriéndola en un aire cautivador. Cuantas borracheras, historias y personas vinieron a mi mente en el momento, la verdad, no lo sé, fue una mezcla de sentimientos y sensaciones que lograron brotar un par de lágrimas de rostro. 

Me repetía mientras llegaba al apartamento 'Llegué, llegué.' una y otra vez al punto de parecer una repetidora y perturbar un poco al conductor del taxi que me llevó. Apenas entré, imágenes de mi última borrachera en la ciudad vinieron a mí y con ella la nostalgia, las risas y las historias evocadas y reunidas esa noche del diecinueve de diciembre del dos mil quince. Dormí. Dejé que la mañana pasará y platiqué con todos los miembros de mi casa sobre las historias vividas en al capital y las descabelladas aventuras que planeo emprender en unos pocos años en busca de mi futuro. Y, finalmente, el momento más esperado del día llegó; la reunión con mis amigos.

La primera persona con la que me encontré al llegar estaba en la biblioteca tomando unas fotos y, al detallar su presencia, me le acerque y le dije al oído 'Que foto tan genial.' Tras ello, ella simplemente volteó, me miró, soltó la cámara, me abrazó y unas cuantas lágrimas de felicidad brotaron de sus ojos; de igual manera que sucedió con los míos. Nos abrazamos, reímos, recordamos historias viejas y nos contamos algunas en las cuales no pudimos estar presentes; fue un rato corto que acordamos se repetiría después, cosa que sucedió.

Al rato, recibí una llamada; era ella. Me dijo que estaba dirigiéndose a la biblioteca en ese momento, la esperé, me despedí de la muchacha con la que estaba y salí a esperar que llegará. Distraída, entro a la biblioteca y yo aproveché y la sorprendí abrazándola por la espalda; nos quedamos en silencio un rato, sin decirnos absolutamente nada hasta que uno de los dos se digno a decir 'Hola'. Salimos, nos sentamos, reímos, hablamos, recordamos y se burló un poco de mí por un par de cuestiones y mañas que se han ido arraigando en mí aquí en la capital. Tras un corto rato procedimos a despedirnos aunque, la verdad, quedé con un sinsabor al momento de verla partir, pues apenas empezaba a volver a saborearla sabía que pronto me tendría que ir una vez más. Pero decidí no darle trascendencia al pensamiento en aquel instante; sólo quería que la noche siguiera igual de emocionante a como había estado el día  y lo estuvo, muchísimo más. 

Nunca he sido de admirar mucho a las personas, de ninguna manera, pero, hay un factor o detalle particular el cual agradezco que la mayoría de mis amigos de allá, de mi ciudad, tienen y que los hacen tan diferentes de la gran mayoría de personas que conozco y conocí en algún punto de mi vida; a pesar de la distancia, el tiempo e incluso la comunicación, la energía, el cariño y la amistad seguían intactos y lo pude comprobar al momento de encontrarme con Oscar. Hace muchísimo tiempo un abrazo no lograba hacerme vibrar de tal manera. Y así mismo, fueron llegando uno por uno, una por una ,las personas con las cuales viví y compartí historias largas, cortas, complejas y sencillas, pero historias al fin y al cabo. Cada uno me dio a entender a su propia y confidente manera que me habían extrañado mucho, incluso, pude percibir cómo algunos pensaban lo mismo que yo; me habían extrañado y sabían que pronto lo iban a volver a hacer. De alguna manera, logramos hacer un acuerdo silencioso y mutuo de no hablar del tema y disfrutar la noche que apenas estaba empezando. 

Lo que pasó las tres primeras horas, por acuerdo entre todos los presentes, quedó y quedará entre los presentes. Pero, como repetí muchísimas veces esa noche y las demás noches que pasé allá, no pude haber pedido más para esa noche y, la verdad, apenas estábamos empezando a calentar. La noche siguió de largo y con ella fueron y vinieron besos, abrazos y risas entre todos. No podía sentirme más lleno: estaba en casa, al fin y al cabo. En un momento, no pude de la emoción y partí en lágrimas y les dije a un par de personas que la falta que todos me hacían era enorme y a veces era difícil lidiar con ella por mi cuenta, ya que no quería que nadie sintiera compasión por mí. 

Al final de la noche, todos estábamos demasiado ebrios como para caminar, pensar, vivir. No estoy seguro de cómo llegué a mi casa sin haber sido robado o violado en el camino, el estado en el que estaba era deplorable, pero, me sentía enormemente feliz por ello. 

Al otro día, supuestamente, debía de madrugar para reunirme con un ex-compañero de mi época de colegio. Digo supuestamente, pues en medio de la borrachera se me olvidó la hora y al final me desperté a las ocho de la mañana, aún ebrio y corriendo para ir a verme con el a tiempo. Lo hice. Hablamos, caminamos y dialogamos volviendo a la época en dónde nos hacíamos en el patio a sostener argumentos filosóficos con respecto al mundo y la gente tan estúpidamente vacía con la que convivíamos día a día. En un punto, decidimos ir a visitar a una amiga nuestra, que también estuvo conmigo la noche anterior; pijama y buso muchas veces más grande que ella misma es la imagen que tengo plasmada en mi cabeza al recordarla. Aún así, nos recibió y hablamos un buen rato hasta que mi compañero y yo partimos, no sin antes ellos pautar conmigo una hora y un lugar para darme una 'sorpresa' que, la verdad, estuve el resto del día preguntándole a ambos a la espera de que alguno me dijera algo. Fracasé, claro. Pasé el resto de la tarde con la muchacha con la cual me reuní primero en la biblioteca. Creo que ambos fuimos felices en ese rato, aún cuando fue algo corto desde mi visión, pero fue muy provechoso para ambos; le extrañaba muchísimo, al fin y al cabo. 

La noche la compartí con un viejo desierto al cual le debo y agradezco muchísimas más cosas de las que podría expresar en palabras, incluso, abriéndole en espacio aquí este blog; sería poco y me sentiría mal agradecido si sólo hiciera eso. No es un agradecimiento total, es un agradecimiento parcial; gracias por absolutamente todo. 

El lunes no se hizo esperar; llegó impaciente y con él, la sorpresa que tan curioso me tenía por fin se dio a conocer. 

Hay un detalle con respecto a mí que muy pocas personas saben y es que no me gustan casi los regalos materiales. Prefiero regalos simbólicos que me lleguen bien adentro del alma y calen ahí adentro, al punto de tocar y sacar a flote mi sensibilidad. Vetusta, Calamaro y Dillon fueron las razones secundarias de que esta saliera a flote, la principal fueron las personas que lo hicieron conmigo. Descubrí un don que ignoraba de alguien a quién quiero mucho y al escuchar esa voz tan armoniosa, no pude hacer más que romper a llorar del choque emocional que me causó. Al terminar, sólo pude darles las gracias e improvisar uno de mis monólogos que siempre surgen a la luz cuando mis emociones están a flor de piel. Los abracé y besé a cada uno. Gracias, gracias.

El martes llegó y compartí con personas que no conocía pero que son a su propia manera luces bellas que aún si fue por un breve instante, me alegro de haber conocido. El día se me fue rápido hasta el momento que en que llegó la noche: la verdad, sólo estaba esperando que se fuera el día para poderle ver antes de partir. Y ahí la esperé hasta que llegó, dónde siempre nos veíamos cada que acordábamos vernos; feliz me puse al verle, aunque algo por dentro estaba empeñado en evitar que lo estuviera más. Nos escondimos en un bar y allí, una vez estuvimos sentados, no pude hacer nada más que besarle e interrumpirle cada que hablaba; me faltaba, me faltaba demasiado. Entre trago y trago, empecé a decirle todas aquellas cosas que esperé meses para poder decirle. Le dije el dolor que me causaba el pensamiento de que podría estar besando a alguien más o, peor aún, queriendo a alguien más; le confesé lo egoísta que era de mi parte pensar así, pero también le expliqué que no podía cambiar la manera ne la que sentía, así quería, así siempre he querido. Le dije como me han tratado de idiota, de imbécil, de guevón y de valiente al respetar mis sentimientos por ella aún teniéndola en la distancia, evitando involucrarme de cualquier manera con alguna mujer allá en la capital. Ella lloraba, me veía, me besaba, lloraba y nos besábamos a medida que las lágrimas del otro rozaban los labios propios. Al final de la noche, la llevé y la dejé en casa no sin antes darle un último beso y bajo la promesa de que no iba a olvidar nada de lo que le dije esa noche.

Al igual que toda historia tiene un inicio, un nudo y un final, a esta también le llegó su final. Estuve despierto desde temprano, dije mis hasta luego a mis familiares y decidí pasar la tarde con unos cuantos amigos, aprovechar hasta el último instante con ellos, hasta que me dieron una última sorpresa antes de irme de la ciudad; me llevaron hasta el terminal y se quedaron conmigo todo el rato hasta que mi bus partió. Hubieron lágrimas, risas, cervezas y conversaciones durante todo el rato, hasta que, finalmente, tuve que volver a partir de la ciudad que es mi hogar leyendo una carta que me fue dada para leer al momento de estar partiendo. Con el alma recompuesta y el corazón en la mano, una vez más.

Quiero que recuerden, siempre, que si bien ustedes me extrañan, es una falta de una sola persona; yo tengo que lidiar con la falta que todos y cada uno de ustedes me hacen.

Sin más que decir, a ustedes dos, niñas, las estaré esperando allá en la Capital para hacer realidad todo aquello de lo que hemos hablado. 




jueves, 3 de marzo de 2016

Mi problema con las personas gira en torno a un simple detalle: No necesito ser salvado. Así, simple, sin mayor ni profunda explicación. Mis demonios, mis fantasmas, mis problemas y mis secretos son míos; yo soy el paciente cero, yo debo curarme.
La noche, como siempre, me sigue volviendo poderoso. Me hace sentir que puedo dominar y cambiar el mundo sólo con un pequeño y quizá un poco mal redactado texto, pero, al fin y al cabo, con cambiar mi mundo ya estoy haciendo suficiente. 
No necesito amores que no he buscado, pues de por sí hay amor en mi vida ya. Me demoré un poco cayendo en cuenta de ello; soy lento la mayor parte de (mi) tiempo y no voy a dejar de serlo. 
Me encantaría sin embargo dejar las formalidades, si te pareciese; pues no sabes cuanto deseo estar contigo, con nuestras piernas cruzadas bajo mis sábanas y contemplar el cielo estrellado a nuestra disposición; volvamos, pues, del pasto de los parques nuestras sabanas y dejemos toda y escondite humano detrás de nosotros, debajo de nosotros. 
Tal vez así, por fin, logre concluir la historia del vacío que camina atrás de mí.