Let the fire begins. Siempre he sido una persona de callar, he preferido ser golpeado palabra tras palabra que golpear con las mías, pero eso se acabó. Sé que he fallado incontables veces, sé también lo agobiante que han llegado a ser los problemas que he causado, sé que he logrado dañar vidas, amores, personas, colores, pero soy honesto a la hora de enumerar mis errores. Gly, lo siento, mucho; hoy y siempre.
Me gusta arder. Me encanta la sensación de que mi vida se convierta en un incendio, me encanta luchar contra las llamas, me encanta luchar contra el mundo aún cuando sé que la frustración y la desesperación pueden ganar la lucha interna que surge en mí. Conozco bien lo que pasa a mi alrededor, nunca he sido ajeno ni mucho menos a eso. Amo ser retado, me gusta conocer los alcances de la gente y luego cobrar uno a uno todos ellos. Soy vengativo, sí, y nunca he tenido problema en acabar con la vida de nadie, pero no me gusta hacerlo. Llámenme benevolente, pero no matador. Llámenme animal, pero no inhumano. Llámenme idiota, pero no ignorante. Llámenme solitario, pero nunca abandonado. Llámenme bestia, llámenme traición.
"Me llaman manicomio porque guardo dentro aquello que otros repudian" No voy con los estereotipos, ni menos con los vencidos. Nunca he estado del lado de lo común, no lo disfruto. Soy de los desesperanzados y desilusionados que escriben con el alma en llamas y la vida hecha pedazos, los mismos que buscan refugio en personas que aún viendo la tragedia en sus rostros, se ven ignorados y hechos a un lado; las mismas personas que siempre he creído nunca me dejaran de lado y, al día de hoy, ni uno solo sigue aquí a mi lado. Una estatua de sensaciones, de soledad, y disfruto estandolo. Un mar de conocimientos vastos y eternos, cuestionados y jurados inciertos. Esta es, quizá, la mejor breve descripción de mí que pueda llegar a dar.
No te temo. Sí tanto es tu odio; ven.
Aquí espero.
C.