viernes, 3 de abril de 2020

Bogotá, 2020.

Bogotá, 2020.



Persona:

No pongo la fecha exacta porque, la verdad, si algo me llegase a pasar, quiero que se sepa que fue premeditado. Desde hace tiempo vengo con estas ideas rondándome la cabeza; sensaciones vacío, de impotencia, de no poder más con la vida y lo que ella implica. Mis amigos (Los que realmente tengo) me decían que no me preocupara, que ellos entendían por lo que estaba pasando y me felicitaban por el haber dado el primer paso y haber buscado ayuda; sin embargo, quiero dejar esto escrito, por si el peor de los futuros se volviera realidad. 

Así como Caicedo, quiero creer que si boto la toalla es porque "sencillamente no estaba hecho para vivir más tiempo. Estoy enormemente cansado, decepcionado y triste." y  no por culpa de algún particular. 

Pero, quiero escribir, algo, así sea algo breve, a cada una de las personas que significan o significaron algo, en caso de que no pueda más; en caso de que no pueda con esto que llevo arrastras desde que era un niño. 

Quiero re-afirmar, sin embargo, que esto, todo esto, es decisión mía. Busqué ayuda, lo intenté; pero realmente, no me siento capaz de seguir cargando estos fantasmas a rastras, los fantasmas de mi pasado y, tampoco, con los fantasmas presentes que no son más que muertos en vida, pero que rondan las noches y vienen a mi cabeza ahora más que nunca, ahora que ya no están, vienen y vienen a mi cabeza. No puedo más con ello. Y lo siento, pues aunque mi acto pueda parecer cobarde, para mí, es una victoria; estoy triunfando frente a la lucha que tengo contra la vida y la muerte, antes de que venga primero ella por mí. Tú premedita tu muerte también. Es la única forma de vencerla.

Valentina: Por favor, no creas ni por un sólo momento que no he valorado todo lo que has hecho por mí. Tu compañía y amistad han hecho estos últimos meses especialmente llevaderos: Gracias por escucharme, incluso en aquellos momentos donde hacerlo no era el acto más placentero del mundo. Si no estoy: Recuerda siempre todo lo que he dicho cada que ha estado mal; nunca olvides que la comunicación, es lo primero. Y que te quiero.

Mafe: Las palabras no alcanzarían para hablar de ti. Partiré diciendo lo innegable: Te amo. Y agradezco estos años contigo, por haber estado ahí, en aquellos momentos cuando íbamos y veníamos, nunca nos perdimos. Nunca dejes de soñar, ni tampoco cometas el mismo error que yo: No te entregues del todo al amor. Serás grande. Dile a Valentina, de mi parte, que nos quedan pendientes a los tres muchos  sueños que tuvimos cuando eramos a un más jóvenes, pendientes; en otra vida, quizá, podamos realizar todo. Gracias, mil gracias, por estar conmigo.

Valeria: No dejes de soñar ni de ser el sol que eres; una vez te dije, cuando era un niño, que eras un faro que iluminaba la vida de las personas. Hoy, sigo creyendo en eso. Te amo, de la forma más pura en la que puedo hacerlo. Si algún día vuelves a un toque: baila todo el ska que puedas por mí. Sigue siendo el farolito de luz que siempre te he dicho que eres. 

Majo: Te quiero, mares. Nos fuimos, volvimos y repetimos, una y otra vez. Fuiste, eres y serás una persona a la que sé que se puede volver. Aunque ya no esté más para hacerlo. Te quise, te quiero y te seguiré queriendo. De mí: Recuerda las conversaciones ebrias mirando al cielo tirados los dos en el pasto. Yo me iré soñando con ellas. Y gracias, por la marea y por el faro.

Susana: No me podía ir de aquí sin escribirte. Y sé que no debo decir mayor cosa, puesto siento que te lo he dicho casi todo: Te quiero, sin embargo. Muchísimo. No fue tu culpa no estar; yo decidí encarar esta decisión solo. Pero tengo todas las de ganar; no habrá nada malo después de esto. Te quiero, muchísimo, Sus.

Daniel: El tiempo nos ha cambiado a ambos, las situaciones externas, nos alejaron un poco. Pero nunca dejé de verlo como lo que es: Mi hermano, mi amigo. Con los años, sin embargo, aquí seguimos cuando es necesario. Y mientras me recuerden, no me iré; aquí seguiré, dentro de usted. De mi, por favor, recuerde los buenos momentos; no aquellos que pudieron conmigo y me hicieron llegar a esto.

Pablo: No es concebible la de idea de que no esté acá, pues, gracias al desierto y a la innumerable cantidad de conversaciones, charlas y caminatas que tuvimos debatiendo de la vida y su sentido, me volví lo que soy. Me voy con muchas cosas y, al final, sí escribí para no gritar.  Gracias por la amistad; gracias por la hermandad.

Erazo:  Tú también vas aquí. Más allá del enorme querer que siento por ti, por lo real que fuiste; por lo leal que fuiste. Porque cuando lo necesite, ahí estuviste; porque cuando me necesitaste, ahí estuve. De ti, me voy con veces que torcías los ojos y me decías "CARLOS, bobo". De mí: Quédate con el recuerdo de las risas de aquellas veces donde te cargué y todo parecía perfecto. Te quiero.

A mi equipo: Quiero decirles que los amo y que mis momentos con la ovalada, fueron los únicos que me hacían sentir completo; el hecho de haber compartido esto con ustedes, los hace merecedores de estar aquí. Gracias por los años de risa, borracheras, peleas, partidos, lesiones y lecciones que me dieron una tranquilidad y momentos de vida placenteros.

A mi madre: Nada de esto es culpa tuya. Y ten eso claro. Te amo, como no amo a nadie. Pero no soporto más esto; estoy convencido de que esta es la mejor solución y mi convicción es tal que no hay espacio para equivocaciones. Te amo y te agradezco el apoyo, las peleas y las lecciones de vida. Sólo te pido: Recuerda que más de una vez tú me dijiste que confiabas en mí. Te pido que lo sigas haciendo, aún si ya no estoy. Estoy plenamente convencido de que es lo mejor. Te amo. Este mensaje también es para Frank; que me perdone por el estrés causado a veces, pero que también fue otro padre y que, de verdad, agradezco su apoyo todos estos años.

A mi padre: Perdón por los problemas causados en vida, sin embargo, tuve que moverme. Si me hubiera dejado estancar como todos allá, hubiera sido peor. A pesar de ello; lo quiero. En medio de los malos momentos, me voy en mente con los buenos. Gracias. Y lo siento.

A Maria: Creo que es importante hablar de ti, al ser la última persona que quise. Te quise, muchísimo. Quizá demasiado rápido y no tuve control sobre ello. Pero mi querer nunca fue malintencionado y bien lo tienes claro. Me dolió que te volvieras un fantasma, pues te necesite en algún momento; en varias noches en las que las ideas reinaban en mi cabeza, momentos en los cuáles, volvía a acudir a ti. Tus respuestas y reacciones dolían. Dolieron, muchísimo; realmente, pensé que cumplirías tu promesa de estar ahí, pero, al final, sólo lo hiciste como te convino. Recuerdo un día en que, particularmente, me dijiste de manera furiosa una diferencia (que no mencionaré) que había entre ambos, pero, ahora, lo haré yo; la diferencia entre ambos es que, yo estuve cuando lo necesitaste, pero tú no estuviste, cuando lo necesite. Pero te quise, muchísimo. Y por eso me dolió que te fueras, cuando ya estaba buscando ayuda; de alguna manera, quizá hubiera sido más fácil de haber tenido tu apoyo o, al menos, compañía mientras me arreglaba solo. Si algún día me recuerdas: Recuerda las risas en Choachí y lo plenos que nos sentimos el uno con el otro en aquel viaje; quedaron muchos más en el tintero y me voy con tristeza por ello. Aunque nunca te lo dije, tu risa era música para mis oídos. Verte sonreír era un acto de paz y tregua para mi. Te extrañé. 

Y hay muchos que quedan por fuera. Pero no por ello no importaron, cada quién sabe lo que significó para mi; nunca lo he callado. Pero estoy agotado de todo. No soporto las relaciones. No soporto la vida. No soporto seguir callando tanto y sintiendo tanto dolor. Desde los quince he intentado de entender el mundo y la vida y, a mis veinte, creí que lo estaba haciendo pero hoy día me di cuenta de que, nunca lo hice; en quince años, sólo me engañé forzándome a creer que lo que hacía y creía era lo correcto, que el mundo en sí mismo era correcto, pero a mis ojos no lo era. Nada estaba correcto. El amor, la justicia, la sociedad, todo es incorrecto. Todo acabó con mis fuerzas, por más que intentara soportarlo: El amor me desagarró, las injusticias me pudieron y la sociedad corrupta dio el empujón final. Pero mi acto será una victoria y lo creo firmemente. Nada podrá afectarme después de ello.

Si alguien desea respuestas adicionales: Puede buscar en mi celular. La contraseña es el día que partí de Medellín, veintiuno de diciembre del dos mil quince. Pero no valdría la pena. Más respuestas, no van a hacer que vuelva y sólo aumentaría el sufrimiento de cada uno.

Recuérdenme, por los buenos momentos que vivieron conmigo. Y por el amor que les di, por el amor que fui.  Lo siento, por los errores y problemas causados, por las veces que mis pasiones me dominaron frenéticamente y esto fue dañino para alguien, en algún momento...en algún lugar. Pero estoy cansado de gritar por ayuda. No puedo más. Pero parto, en tranquilidad. Me voy en paz. Me voy.

Gracias.

Carlos.







miércoles, 1 de abril de 2020

Re-inicio


Si bien hace años prometí no volver a este lugar, de alguna forma, hoy siento que debo volver temporalmente a mi hijo, al que decidí abandonar para luego volver un par de veces cada año a ver que aún estuviera vivo. 

A veces me pregunto, sin embargo,  porqué lo dejé ir en primer lugar y la verdad es que, hace años sentí que tenía la respuesta clara, pero hoy, parece que fue una mera ilusión que frenéticamente intenté volver mi realidad. 


Debí haberme quedado aquí. Escribiendo de C, del Viento, de Stheff, de Maria Fernanda y de Valentina, de Camila, del Arcoiris, de Yt, de Pablo, el Desierto y de cómo a este las nimiedades de la vida eran, por más simples, extrañas o tragicómicas, relevantes; de como aquellas noches de juerga y descontrol traían consigo una enseñanza diferente cada vez, por más banales que fueran aquellas reuniones, aquellos cultos a la superficialidad del que todos, en algún momento, parte quieren formar.  Porque

Solía transformar mis letras en magia; hoy, no estoy seguro de estar haciéndolo. Sin embargo, aquí estoy. Intentando decir algo, intentando decirme algo y aunque esto hoy día no esté a la vista de nadie, siento que necesito escribirlo aquí, puesto que alguien desorientado tal vez pueda llegar aquí por accidente y encontrar algo de aliento en mis palabras; no una respuesta, pues ni yo mismo tengo mis respuestas. Hace tiempo creí que las tenía, pero hoy, siento que perdido estoy otra vez. 

Evitaré extenderme. Lo evitaré que pueda. Me queda poco tiempo. Siento que la vida se me escapa y debo partir; partir a luchar contra ello, contra ese sentimiento, esa sensación, ese parásito arraigado en mi cabeza que me pide a gritos acabar con todo, partiendo por mi. 

Yo escribo aquí, como aprendí en el desierto, PARA NO GRITAR. YO ESCRIBO PARA NO GRITAR. Escribo porque quiero sanar, porque quiero volar, porque quiero crecer, porque quiero creer Porque quiero transformar esta realidad que me rodea;  quiero hacerlo por decenas de motivos que aún no descubro, pero el primero es estar bien. Lo hago porque lo esencial va más allá de las relaciones interpersonales, así como el amor: el amor va ligado al mismo amor, al sentir, no a un par de palabras; el amor trasciende. Trasciende el dolor, el tiempo, el "Aléjate de mi, porque no voy a volver" .

Lo hago para dejar de sentirme perdido. Para encontrar otra vez el camino que una vez que creí tenía claro, pero descubrí que estaba dando vueltas en círculos. 
Lo hago para dejar de sentirme un error, errorífico, como diría Pablo. Para dejar de sentirme vacío, para dejar de ser un ente. 
Lo hago para que en medio de la monotonía pueda encontrar un escape a la misma, que no sea un escape a la vida. 
Lo hago para que el niño risueño y vivaz vuelva a ser una parte de mí, que vuelva a ser mi persona y deje de ser una máscara para escapar a los demás y de sus pretensiones, de sus "¿estás bien?" por no perder la educación.
Lo hago para volver a creer en las personas y creer que no todas las promesas que hacen no son más que una vil patraña para sentirse bien con si mismas. Lo hago para dejar de sufrir cuando las personas quieren escapar, cuando quieren partir para no volver. Lo hago porque dejé de creer en ellas, volví a hacerlo y hoy estoy sintiendo que fue un error haberlo hecho de nuevo; lo hago porque quiero dejar ese sentimiento. Lo hago por aquel niño traicionado que juró no volver a enamorarse cuando vio a su novia con otro.
Lo hago para volver a creer en la verdad misma. Lo hago porque no hay mayor remedio ante las falsedades de la sociedad, que la soledad. 
Lo hago porque no quiero ser merecedor de una muerte premeditada.
Lo hago porque no quiero perder la batalla. 
Lo hago porque...NECESITO GRITAR.
Lo hago, porque quiero ser digno.

Digno de la vida que tengo.
Digno de, en esencia, mí.
Digno de no morir.
Digno de vivir.
Digno.
Digno de soñar.
Digno de volver a amar,
Digno de no creer que es un error.
Digno de, una vez más, volver al origen.
Digno de volver a querer encontrarme. De creer. 

Lo hago porque quiero creer que estoy a tiempo de volver a creer que estoy en el camino correcto, de que estoy tomando las decisiones adecuadas, de que todo lo que he hecho tiene una razón de ser. De que el dolor tiene una razón de ser. Lo hago porque quiero volver a ser. Lo hago porque necesito creer en la música, en mí, en las personas, en que los errores no son mi fin; en que yo no soy mi fin. 

Lo hago porque no he estado en Alaska, ni en Nebraska, ni en Sídney, ni en Londres, ni en Galés, ni en el norte; lo hago porque no he podido tomar fotos. Lo hago porque no he podido ir, para no tomar fotos; porque de alguna manera u otra, sentiré que volveré, que tendré la fuerza de hacerlo. Porque no he ido a ver la sirena de Copenhague, para acompañarla en su tristeza por no tener piernas para ir con su amado; para que escuche de mí lo que todos optan por no decirle, y es que, su amado nunca llegará. 

Lo hago porque mi auto-impuesta soledad me carcome. Porque necesito respirar. 
Lo hago porque necesito dejar de sentirme despreciable.
Lo hago, porque necesito dejar de creer que todo lo que hago es un error, 
Porque necesito creer que amar, que querer, que sentir, no es un error, sin importar lo que la gente diga. Porque necesito volver a creer que el amor puede trascender, que puede cambiar, que a través del desprecio de los demás y su injusticia, puede significar algo, aún si es mínimo, para uno mismo.

Lo hago porque necesito sentir otra vez que la batalla contra mi mismo no está perdida.
Lo hago para no recibir una tiro entre ceja y ceja a hondear la bandera.
Lo hago, porque no encuentro otra salida,
 Y necesito hacerlo,
Para no perder-
me.


viernes, 20 de marzo de 2020

To love at the right time of life,
And to let got before it´s too late.
And if here we´re done
And we can´t go, 
Or if I can´t,
At least,
I´ll let love
Tear me apart. 

domingo, 3 de julio de 2016

End of the Road.



Me acostumbré a recorrer las calles solo y a disfrutar de la soledad que me pesaba sobre los hombros, pues era soportable recordando cuanto tenía en otra ciudad; no por el hecho de que fuera otra ciudad, sino por el mero de hecho de saber que lo tenía. La existencia era soportable por los pocos pilares que tenía en esta soledad tan inmensa que de tantas maneras logra llenarme más que muchas personas y situaciones en mi vida.


Estaba solo, pero no tenía remedio. Tenía que dejar que tanta vida hiciera su labor sobre mí o que la muerte que le acechaba a diario ganara la eterna lucha contra su declarada némesis y mal conocida como hermana. El mar iba y venía y las olas chocaban contra los rompeolas mientras ilusamente me quedaba en la orilla esperando que una ola me arrastrara y me llevara bien lejos, bien adentro del mar, de manera que despareciere por un tiempo. Tal vez así olvidaría que escuché palabras de aliento de alguien que se rindió cuando más le necesitaba. Puedo ser amoroso y liberal, pero eso no significa que sea estúpido ni mucho menos que me deje lastimar; no conscientemente al menos. Era jodido y estaba en extremo jodido.


Creo que sólo puedo pedir perdón a todas las personas que en algún momento se han cruzado en mi vida, pues sé que ninguno ha estado a parte de daños causados por mí y ese deseo inconsciente que tengo de destruir y acabar con todo aquello que me rodea, lentamente. 



Me gustaría ser música, para así poder estar en tus oídos y pensamiento en todo momento del día; pero no lo soy. No soy más que alguien inseguro y temeroso del mundo que le rodea; puedo parecer grande y seguro por fuera, pero por dentro estoy quebrándome en cada momento pensando en cómo lentamente me volveré a ver desplazado de tu mente y corazón. Siempre ha sido así, pero ahora, desde la distancia, lo siento más fuerte y vivaz que nunca. 


Pero ahora no es como otras veces, esta vez no espero señales de 'no te vayas aún', 'quédate', nada. Quizá me gustarían por el hecho de poder sentir al menos que en el fondo no es tan fría como para dejarme ir así, sin más. Pero estoy lejos y eso ya no le importa. Sólo bastaba el hecho de yo estar lejos. De nada servía algo impulsado por ella, porque yo volvía a estar lejos. Y eso es lo único que le importaba. Así lo sentía; así lo vivía. De nada le servía, al final a mí mismo me repetía una y otra y otra vez, sin piedad ni consideración conmigo.

Fui verdugo y también fui decapitado.
Fui recuerdo y luego me convertí en olvido.
Fui amor y luego me llene de odio.
Fui inocencia y me tenté con la lujuria.
Fui ignorancia y adquirí conocimiento.
Fui vida y dejé que la muerte ganará.
Fui frialdad y me volví entrega.
Fui desamor y acabé vaciando botellas.
Fui descontrol y aprendí a desahogar mis penas.
Fui pensamiento y obsesión.
Fui miedo y caí ante la tentación.
Fui espectador y víctima de toda ovación.
Fui viento y lamentación.
Fui sueño y admiración.
Fui vida y desesperación.
Fui muerte y destrucción.
Fui ¿Soy? 
Fui, ya no soy
Fui, era.

Hoy ya no sé qué soy; quién soy. Estoy a la deriva, navegando turbias aguas intentando llegar a mi tan anhelado Copenhague, resignado a que voy a acabar llegando solo. Pecado del alma lánguida y deprimida. Yo estoy en la luna y vos en Medellín. Lejos del planeta tierra; tan cerca, pero tan (pusilánime) lejos.

Sí, esto es una despedida. Me despedido de “Despojo del Pensamiento” aunque realmente, en el fondo, no quiero hacerlo. Me encantaría quedarme refugiado en este rincón que me brindó tanta calma y paz en momentos tormentosos; porque, verán, al momento de nacer él (Le digo ‘él’, porque lo veo como persona, incluso.) yo estaba en un mal momento, perdido, desorientado, abandonado en medio de un mar de preguntas que mi mente joven procesaba y que en ningún lado ni en ninguna persona lograba encontrar respuesta alguna; ni joven, ni anciano. Estuve en un mal momento y Despojo fue el salvavidas que nadó hasta las profundidades del océano en el cual naufragué, todo para rescatarme.

Desde aquel momento creció conmigo, adentro de mí, incluso. Creció fuerte y hermoso en poco tiempo; era lo contrario a mí, débil y horrible. Era una visión casi utópica y disfrutable. Llegué a amarlo y a pensar que no estaría en mi lugar si no hubiera nacido él. Despojo se convirtió en mi amigo, mi confidente, mi guía, mi refugio; acudí a él en momentos dónde sentía que todo el mundo me había dado la espalda y, por más deprimente o idiota que suene, no era una idea para nada alejada de la realidad. Llegaron momentos en los cuales éramos él y yo, yo y él. Caminábamos las calles a altas horas de la noche con cerveza en mano, contemplando a las pocas personas que se veían a esas horas en algunas calles, pero más que eso, disfrutábamos y sufríamos juntos la soledad; era soportable, porque estábamos juntos, todo era soportable simplemente porque estábamos juntos.

Pasó el tiempo y Despojo se enamoró y yo con él. Sufrimos juntos, lloramos juntos, reímos juntos, alegramos juntos, nos fuimos juntos y volvimos juntos; las últimas dos fueron especiales, puesto que fue un ciclo que observamos encarnado en aquella persona de la cual nos habíamos enamorado. Se iba y volvía, una y otra vez; aquello, más que cualquier otra cosa, nos hizo especial daño, nos llevó al borde del colapso y acabamos tocando fondo en más de una ocasión.
Es cierto que el tiempo cura. Pero cuando tienes a una persona en un constante vaivén en tu vida este no tiene tiempo de poder curarte. No dejaba de quererla y aquello era especialmente difícil, pues siempre que llegaba el momento de partir, ella se iba y yo me quedaba, esperando que quizá, de alguna manera, volviera; aunque bien en el fondo sabía que tarde o temprano lo iba a hacer, que iba a volver y, peor aún, que yo iba a dejar que volviera.

Más tarde que temprano me di cuenta de que “Despojo del Pensamiento” era el culpable de que siempre me permitiera a mí mismo dejar que ella volviera. Tan plasmados llegaron a estar mis sentimientos por ella, tan fuertes y tan explosivas palabras utilizadas para describir un vaivén tan dañino pero de alguna manera adictivo. La solución era simple; tenía que renunciar y dejar atrás a “Despojo del Pensamiento”, porque mientras él  yo siguiéramos siendo uno, le seguiría queriendo y, hoy, después de tantas idas, debo decir que no quiero quererla más, nunca más. No quiero. No lo haré. Me niego, me libro. No puedo, no debo.

Pero dejar Despojo del Pensamiento es más que sólo dejar atrás una piedra en el camino a la cual amé y adoré, dejarlo es dejar en la banal memoria que poseo historias de cuando la bailarina hacía y deshacía con mi corazón; la primera persona de la que me enamoré con fuerza y pasión. Hoy día la veo en redes, caminando calles de vez en cuando cada que regreso a casa, la veo bien, feliz, contenta, plena; el secreto con ella es que, sin darte cuenta, te llenará la vida antes de que lo notes y cuando caigas en cuenta de ello ya será demasiado tarde, estarás condenado a pasar el resto de tus días enamorado de ella y, claro, demostrándole lo enamorado que estás.

La historia de aquel amigo que alguna vez tuve y con el que, como cualquier ser humano, cometí algunos errores por los cuales fui juzgado con una severidad exagerada por alguien que, realmente, tenía un odio ciego hacia mí. El problema con el odio ajeno es cuando este odio tiene poseído a alguien que sabe manipular y tirar de los hilos; tarde o temprano, todos acaban cumpliendo su voluntad sin siquiera inmutarse a ello. Fue complicado: libraba una guerra silenciosa conmigo mismo y encima, contra la mayoría que veía alrededor mío. Fui burlado, denigrado y humillado. Pero seguí luchando a pesar de ello y hoy, pocos años después, todo mejoró y cada quién recibió lo que se merecía. La justicia universal nos tiene algo guardado a todos y cada uno. No hay que subestimarla, pues el día de mañana, puede venir y arrebatar de ti todo aquello que en su momento le quitaste a alguien.

Historias de cuando era, quizá no más joven, pero sí mucho más estúpido e inocente. Aquella época pasada en la cual consideraba que todos a mí alrededor eran buenos y puros. El mundo no empeora a medida que uno va creciendo, sólo empezamos a ser conscientes de la realidad del mismo. Tanto el mundo que todos habitamos, como el mundo que es cada persona; lleno de falsedades y nimiedades.

El mundo se desmorona con cada párrafo que escribo. Él sabe lo que se avecina y es consciente de que cada párrafo de más, es un paso más cerca del final de él. Sé que también se aferra desesperadamente a la vida como yo y todos lo hemos hecho en algún momento. Pero también me comprende. Sabe que no estoy haciendo esto sin motivo. Tengo razones. Él me apoya, pero no quiere morir y yo no quiero acabar con él. Pero no hay otra salida. Necesito dejar atrás aquella parte de mi vida. Hay un horizonte de posibilidades en frente mío y por más que intenté incluirle, al momento de partir, escogió la salida más fácil.

Sólo necesito a alguien que no quiera escapar.

Cuando fui un diseñador de arquetipos y me perdí en las playas del mar caribe la vida parecía simple y perfecta. Todo lo que inventaba era perfecto, era original. Pero poco a poco las olas fueron subiendo cada noche hasta que sumergieron el mundo que había creado en torno a ellas. Un castigo injusto, quizá necesario, lo desconozco, nunca lo sabré y no lo quiero saber.

Heaven smiles.

Y ríe mientras lo hace. Es un pequeño descarado. Pero no me molesta que lo haga, yo también lo hago de él. Pretende ser tan grande y cubrirnos a todos, pero está tan solo y vacío. Subestima el qué y quién soy. Puede que sea pequeño por fuera, pero por dentro soy inmenso.


Ojalá olvide pronto el color de tus ojos, los lugares que frecuentas, las canciones que gustas y como las cantas con pasión cuando quieres y, más que todo, espero que las canciones que escucho dejen de recordarme a ti. No quiero recordarte más. No puedo decir que te odio, porque estaría mintiéndome a mí mismo, pero sí puedo decir, con toda seguridad, que no quiero amarte más. Sí, eso era lo que necesitaba para por fin dejarte ir; dejar de ponerte a ti antes que a cualquier cosa, situación o persona, y darme a mí algo de importancia que difícilmente antes me había dado.

Incluso, tras mucho guardar silencio, por fin estoy logrando establecerme sólo, pero eso es algo que no alcancé a decirte, pues partiste antes siquiera de darte la noticia. Pero ya nada de eso importa, yo sé que también quedaré en tu memoria como una estúpida piedra en el camino. O tal vez no. Tal vez, lo que estoy diciendo sean las emociones a flor de piel saliendo y diciendo todo aquello que durante varias noches me ha tenido atormentado. Esta es mi despedida y por ende, es la última vez que voy a escribir aquí y en cualquier lugar, de ti. Me quebré. No tienes idea cuánto. No voy a negar que te amé con todo lo que pude, porque de hecho, lo hice. Pero no puedo seguir haciéndolo. Puede que en unos años las memorias vengan y tal vez me arrepienta, tal vez me diga a mí mismo que era lo correcto, solamente lo sabré cuando llegue el momento.

Pero por ahora estoy sentado en mi cuarto observando las paredes que construí en este mundo desmoronarse. Todo se está cayendo a pedazos y aún no sé cómo no me han golpeado los escombros. Son las once de la noche y al mirar por la ventana parecen las cinco de la tarde. El sol está confundido y le teme a la muerte. No quiere apagarse, aún le faltan varios millones de años antes de que eso definitivamente pase; es consciente de su destino, pero no quiere que este llegue antes de tiempo. La luna está bailando junto a él, le susurra que todo estará bien y que si es necesario, dejará de brillar con él; promesas hipócritas considerando que esta aprovecha el brillo del sol para brillar ella y así engañar a los ignorantes. Yo observo desde mi cuarto, que ahora está en la cima del planeta; yo estoy en la cima de mi propio planeta. Cada uno es un mundo, un universo a descubrir y explorar.

Va siendo hora de dejar el planeta, me digo mientras lo observo desmoronarse desde la cima. Mientras decido a dónde partir, vienen a mí recuerdos de cuando fui rey, verdugo, protagonista, antagonista, despechado, terapeuta, cantante, protector, protegido, amigo, enemigo, ebrio, abstemio, inocente, inocencia perdida, niño, joven, adolescente, puberto, soñador, iluso, perdido, encontrado, víctima, victimario, sueño, despertar, canción, cuna, verso, lecho, cama, habitante, desplazado, fuerza, debilidad, constancia, abandono, alegría, fuerza, tristeza, debilidad, amor, odio, sueño, despertar, vida, muerte. Tantas cosas que fui en este sueño del cual no quiero despertar ahora; pero el amanecer llegará pronto y debo partir a un nuevo plano y luchar por el futuro que tanto soñé y luché por tener. La oportunidad de establecerme, de vivir, de estudiar, de aprender. De querer-querer un futuro para mí, para los míos. Un futuro en el cual pueda volver a mi hogar con la frente en alto y decir que tuve éxito, que logré afrontar los retos que se me pusieron al frente y que pude contra ellos, que extrañé y dolí estar lejos de casa mucho tiempo, pero que finalmente, todo lo que dije que valdría la pena, la valió.

Puede parecer esquizofrénico la manera en la que me refiero a Despojo como una persona, pero, él ha llegado a responderme en momentos en los que he estado sólo frente al espejo cuestionándome por nimiedades que me alteran y quitan el sueño y la tranquilidad día a día, noche tras noche. Despojo no es ni mi hermano, ni mi hijo, ni nada por el estilo; Despojo del Pensamiento es, nada más y nada menos, que una parte de mí, de quién soy, de lo que soy. Silencioso, deprimido, cansado, desgastado y, yendo al otro extremo, ruidoso, animado, vivaz y locuaz…

Pero los tiempos cambian, las personas también. Todo gira en torno a un ciclo que debe ser respetado; hay que sacarlo todo a fuera, para que adentro crezcan cosas nuevas. “Nadie quiere que adentro algo se muera” decía Mercedes Sosa; lo gracioso es que si bien respeté esta frase a lo largo de mi vida, difícilmente llegué a respetarlo en su totalidad, pues muchas cosas dentro de mí fueron muriendo a medida que iba creciendo. Era difícil evitarlo; os reto. Miren a la época de su infancia y díganme si queda algo de aquel niño tonto que veía con ilusión y brillo el mundo a su alrededor. Nada, nada, nada, nada, nada, nada, nada. Absolutamente nada.

En este momento sólo pienso en lo mucho que construí gracias a él y en cuanto me ayudó en malos momentos y terribles épocas. Si bien suena repetitivo, nadie comprende lo mucho que me duele dejarlo; quisiera no hacerlo. Pero Despojo se convirtió en una piedra más en el camino, una de la que también me enamoré y sufrí con toda la fuerza que pude.


Nací en una ciudad relativamente pequeña y desde mis primeros instantes, cuestioné mentalmente todo a mi alrededor, queriendo comprender el funcionamiento del mundo y las ideologías que las personas mayores a mí con tanta fuerza intentaban (Y en mi juvenil ignorancia, lograban) inculcar en mí. Hay un momento muy especial, en el cual, preguntándole a mi abuela ‘quién’ había creado a lo que llamaban ‘Dios’; en aquel momento sólo me respondió “Dios se creó a sí mismo”. En aquel entonces siendo un pequeño niño de 6 o 7 años, recuerdo como aquella respuesta me pareció ilógica y de cómo no le lograba encontrar lógica alguna a una ideología que estaba fuera de todo razonamiento y ciencia. Era pequeño, sí, pero no tan ignorante como muchos creían.

Mi familia era un estereotipo de ‘todo está bien’ cuando en realidad, no lo estaba. Aquello me daba rabia, esa estupidez de guardar las apariencias y aparentar que TODO estaba bien cuando no lo estaba. La enfermedad de mi abuelo, fallos económicos, quiebres familiares, odios irracionales contra personas externas y, en algunos casos, internas. Aquello era estúpido y me preguntaba cómo era posible que me dijeran que yo era el niño cuando ellos eran los que actuaban llevados de la ira y sentimientos anexos a ella.

Poco después de la muerte de mi abuelo, partí de la ciudad que me vio nacer con muy poca tristeza; realmente nunca me había sentido atado a ella, quizá era muy joven para entender en plenitud lo que era extrañar un lugar y querer volver al tiempo después, situación que vivo actualmente con mi amada capital de la montaña. Partí y conocí Medellín, la ciudad que me adoptó. Yo era un pequeño niño que carecía de amigos en aquel entonces, la muerte de mi abuelo me sumió en una profunda depresión en la cual yo decidí aislarme de toda persona ajena a mi familia. Pasaba mis días frente a la computadora perdiendo mi tiempo en banalidades como redes sociales y juegos en línea, todo el día, todos mis días, se basaban en ello. No salía y si salía, me daba temor que alguien me hablara. Eran pocas las situaciones donde no me daba pena o temor hacerlo, contadas; pero fui inteligente y evité en lo posible que mi familia se diera cuenta de aquella actitud que tomé frente al mundo.

Llegó el año 2012 y yo, en medio de problemas y carreras entre una ciudad u otra, me atrasé un par de años académicamente, así que recién comenzaba 8°. Empecé 8° y en mi primer día conocí a un par de personas que fueron mi primer contacto real con el término ‘amigo’ en muchos años, Julian y José. Tiempo después llegó Andrés, pero la historia con él fue más bien agridulce y la he tocado demasiadas veces como para gastarle más palabras a una situación que realmente nunca tuvo solución. Cuando los conocí yo era lo más asocial posible, pasaba mis días entre libros y letras, en silencio. Pero rompieron mi burbuja y me mostraron que había un mundo más grande y por descubrir; a veces se burlaron de mi manera literaria de pintar y describir las cosas, pero, bueno, años haciéndolo no me dan para más. Con ellos experimenté mis primeras fiestas, mi primera pareja, mi primera borrachera. Historias que quedaron en eso, historias. Pero en mi memoria están resguardadas contra el tiempo y el olvido, pues sin ellos, nunca hubiera salido de la burbuja en la cual me protegía de la sociedad que me rodeaba.

8° también trajo personas a mi vida que cobrarían mayor y especial importancia tiempo después, como lo fue Pablo Molina. Especialmente Pablo Molina, Desierto en el Alma. Hoy en día aún lo tengo en mmi vida y a pesar de problemas y situaciones que nos pudieron en su momento, al final, logramos superar todo y puedo decir que hoy día, es una de las personas que más quiero, admiro y extraño. Gracias a él nació Despojo del Pensamiento, en primer lugar. El me incitó inconscientemente a no tener miedo de mostrarle al mundo mis escritos que en su momento consideré patéticos e inútiles. Su valor y capacidad para expresar el mundo tan inmenso que carga sobre sus hombros me dio el valor que necesitaba para crearlo. Era necesario hablar de él en algún momento, aunque muchísimas veces lo hice de manera indirecta, pues, gracias a él, es todo esto.

Mis historias de 9°, 10° y 11° están plasmadas cada una a lo largo de este blog, así que no voy a malgastar mi tiempo rememorando situaciones que en otras entradas ya están plasmadas, sea en forma de diario o en forma de poema; hay más de una manera de contar una historia y las historias de esos tres años no van a volver a surgir de los rincones de mi memoria, dónde por mi bien, decidí dejarles enterradas.

Pero mi vida no giró en torno al colegio únicamente. Hay ciertas personas que pasaron por mi vida y que por una razón u otra, ya no están o al menos, yo ya no estoy con la fuerza con la que estaba antes en la vida de ellas. Sthefany es una de ellas, aún le amo, aun cuando las cosas se complicaron entre los dos y las situaciones poco a poco nos fueron distanciando; sólo espero que recuerde que estoy para ella y siempre lo estaré como ella estuvo conmigo en momentos difíciles donde sólo quería tirar la toalla. Isabela, Daniela, Carolina, Juliana, Manuela; no quiero extenderme hablando mucho de ellas, pero les quise y les sigo queriendo como un día prometí que nunca dejaría de hacer.

Camila, mi pequeña pelirroja que tanto adoro con mi corazón; sólo me dijo que me amaba una vez y con esa vez, me ha bastado y me bastará por el resto de mis días, hasta donde sea que estos lleguen. Yo la amo, pero como en toda relación (Sentimental o amistosa) hay un amado y un amador (P.D: Esto lo aprendí de Pablo, Gracias.) y cada uno juega su papel predeterminado. Nunca me ha interesado que me ame, sólo amarla e intentar demostrárselo en medio de la distancia que me precede. Es en quién pienso las noches que paso en vela intentando conciliar el sueño pensando en cómo estarán las vidas de aquellas personas que dejé en Medellín; quizá sea porque cumplimos el mismo día, de hecho, no me importa mucho entender el porqué, es mejor mantener la magia en el misterio.

Maria Fernanda y Valentina. Me refiero a ellas dos como si fueran una sola, porque realmente eso son; todos aquellos que les conocemos somos conscientes de que antes que amigas, parecen más un matrimonio. Quizá el tiempo que ellas llevan en mi vida no sea tan extenso, pero la intensidad con la que han estado compensa absolutamente cualquier falta o detalle de tiempo. Llegaron con fuerza y se quedaron a pesar de que me tienen lejos y cada que pueden me recuerdan y demuestran que siguen estando ahí a pesar de que yo no estoy. En las noches cuando recorro la capital sólo logro ver imágenes de nosotros tres, recorriendo de arriba abajo las frías calles de Bogotá; aun cuando el sueño no llegue a hacerse realidad, es un sueño que me da estabilidad y me da algo a lo que aferrarme y mantenerme atado cuando sólo quiero despegar y abandonar finalmente el planeta.

A todos, os quiero.


Abandono Despojo del Pensamiento y le dejo morir de la misma manera con la que fue concebido, con intensidad, un poco desesperado, algo perdido y un poco atolondrado y elevado. Le abandono aun sabiendo que fue parte mía, pero sabiendo también, que es por mi propio bien. No quiero quererle y me prometí no hacerlo más. El futuro es ahora; mi futuro es ahora y viene con mayor intensidad ahora que decidí ponerle del todo la cara. Vienen retos más grandes y vendrán momentos en los cuales querré abandonarlo todo, pero, ahora…ya no tengo nada que me quiera  hacer volver al pasado.


Hoy, dejó atrás esta historia que no había tenido fin
Y me aventuro a una nueva, retándome
A mí mismo
A ser feliz,
A escribir una historia,
Sin ti.
"Se va, por fin se acaba
Y ya no moriré al ver tu mirada".










Gracias a todos los que en algún momento me leyeron,
De verdad.




lunes, 27 de junio de 2016

...Bye.

"Cuando era pequeño tomé un flor y la puse en un vaso. 
Después de unos días, murió.
Le pregunté a mi madre porqué
Y ella dijo: No puedes obligar
a una flor a crecer en un lugar
al que no pertenece
Y, ahora, me he dado cuenta
de que las personas también son así."

Te vi pasar, radiante y casual
Iluminando el ardiente umbral, 
Llevando en tu pelo liberal,
La esencia de la no banal
Libertad.
Deleitando a todo aquel
Iluso e incomprendido
Resguardado tras un débil cuartel
De sueños, de viajes, de memorias banales;
De escapes y de vuelos internacionales.

Una casa en la orilla del lago,
Amoblada para un largo letargo.
Abandonando la consciencia,
Fingiendo omnipotencia,
Flagelando sin mente
El frágil presente.

Era tarde y hacía calor,
Yo me desprendía de mis ropas con ardor
Mientras vos contemplabas sentada en el mostrador,
Parecías deleitada ante tan brillante color,
Sin saber que
Brillaba por vos.

La noche frágil y delicada,
Paciente y aceitada,
Ardiente y acelerada,
Constante y enamorada,
La misma noche
que disfrutábamos con derroche,
Cantando debajo
Del umbral del patio.

Hacía calor, pero el viento enfriaba
Y me recordaba
Cuanto te extrañaba. 
Era tarde, amor.
El cielo trajo tormenta
Y me quede sólo en medio del ardor
Que me producía
El Tenerte
En
Otro
Planeta.

¿O será que yo siempre he sido una estrella viajera y vos te has quedado en el planeta esperando a que vuelva a pasar?
Era tarde, siempre ha sido tarde; siempre he llegado tarde, pero te juro que nunca voy a dejar de llegar por más turbio que se ponga el camino o la marea. Has en mí y deshacé si te da la gana; pero no dejes de esperarme, pues necesito un puerto en el cual parar al momento de volver a casa.

El hogar es pequeño y diminuto, quizá, no significativo; pero es hogar. Hogar no es donde naciste ni donde pasaste tu infancia, hogar es donde tu alma está aún estando vos al otro lado o afuera del planeta. Hogar es dónde está aquello que quieres. Hogar está en las personas también y puedo decir que tengo muchos hogares. Muchos puertos, muchos mares aún por navegar (Y vaya que quiero navegar-los), muchas paradas en el puerto que llamo hogar, en las personas que llamo hogar. 

Resido en una choza pequeña en el borde de un acantilado en lo alto de las montañas. Allá también pueden encontrar un hogar si lo necesitan, en mí pueden encontrar un hogar. Puesto que ustedes y yo, yo y ustedes, son lo que me mantiene a flote, lo que me hace querer volver, lo que me hace soñar con mejorar, crecer, aprender y ganar en grande para volver mejor, más inteligente, más sabio, más puro, más mundano, más locuaz; mejor. 

El 08-06 estuvo lleno de sorpresas y reencuentros, momentos que quizá en unos años olvidaremos qué dijimos y qué hicimos; las personas tienden a olvidar las palabras y las acciones, es normal. Pero ese día fui feliz, y, pueden apostar la vida misma a que nunca me olvidaré de que ese día fui feliz; inmensamente feliz. No soy mucho, nada, casi nada, realmente; nunca he considerado que lo soy, pero ustedes son todo lo que tengo ahora que estoy lejos y confuso; con el alma atrapada en mi hogar y mis sueños parciales en otro lugar.

Volveré. Lo sé. Sé que volveré. Volveré e intentaré no volver a partir. No quiero volver a partir. Quiero crecer, que crezcamos. Quizá un futuro juntos, todos. Mirar atrás en unos años y pensar a lo jodidos que llegamos, pero que en medio de lo jodidos, al fin y al cabo llegamos. El camino está y estará lleno de sacrificios. Yo he tenido que afrontar muchos en poco tiempo, pero recuerden que ustedes individualmente me extrañan a mí y es más tolerable; yo tengo que extrañarlos a todos. No tengo ni quiero extrañarlos porque a nadie le gusta la sensación de extrañar; duele, arde, quema, bastante, mucho, en serio, lo hace. Pero lo hago. Lo hago porque los quiero. Lo hago porque aún recuerdo estúpidas promesas que algún día sigo creyendo que valdrán la pena. Promesas que hice en momentos en los que deshacía conmigo, pero que no fueron dichas al aire. 

Quisiera ser aire y que me respires. Lo quiero, aunque no lo puedo, no tengo manera de serlo, no ahora; soy sueños e incluso las estrellas que te siguen de cerca mientras caminas perdida bajo la penumbra de la noche. Incluso estoy contigo mientras duermes. De lejos, pero contigo. Recuerda que siempre estoy contigo; con todos. Conmigo. YO con ustedes, ustedes conmigo. Puedo estar lejos y lo voy a seguir estando. Mi vida seguirá siendo un vaivén hasta que llegue el momento indicado; ni yo sé cuando será ni cuando llegará.

Pero sé que el momento llegará sea tarde o temprano, aún cuando el mar ya haya traído la tormenta sobre mi cabeza. La luna camina conmigo a medida que miro al cielo desviado, ebrio y perdido. Me lleva y sé que en alguna calle vos caminas ebria y perdida guiándote por la luna; quizá vayas bailando bajo ella. 

Quizá en algún momento dejaremos de buscarnos en el brillo de la luna,
Y podremos buscarnos en el brillo del otro,
En los ojos del otro.

Porque yo te encuentro en las esquinas y en los callejones desolados que camino en la capital; te encuentro y llega el punto en que me encuentro imaginándome recorriendo esos callejones contigo. El reto es duro y la vida también; la distancia no es fácil y no tiene compasión, no perdona, no quiere, no complace. Quema. Es una guerra. En unos años miraremos atrás y veremos las quemaduras como recuerdo de la guerra que libramos contra el mundo y la distancia. 

Debería empezar una guerra contra el mundo, quizá es que estoy cansado de tanta injusticia a mi alrededor. Veo el mundo que me rodea y sólo me dan ganas de llorar por recordar cómo eran las cosas antes y cómo han ido empeorando; lo que más triste me pone es que incluso siendo joven logro ver la diferencia de épocas. 

Nuestros antepasados han dejado el mundo y nuestras naciones peores de lo que las encontraron al nacer ¿Acaso la historia va a seguir repitiéndose? El mundo que habitamos muere lentamente ¿Hasta dónde tenemos que llegar para decidir parar y considerar que deberíamos salvarlo? ¿Hasta dónde vamos a llegar hasta que decidamos salvarnos?

¿Hasta dónde debo llegar para decidir salvarme, para decidir encontrarte, encontrarlos? ¿Hasta cuando debo seguir desterrando-me? ¿Hasta cuando?

Pero volveré.