domingo, 25 de octubre de 2015

Forever Lost.

Cuando era pequeño me preguntaba día a día cómo se sentiría la vida una vez fuera adolescente. En aquel entonces, creía que una vez llegará allí dejaría de sentirme tan reprimido por el mundo, que empezaría a tener voz en todo aquello que pasaba a mi alrededor en lugar de quedarme impotente observando cómo todo el mundo simplemente determinaba 'lo que era mejor para mí', sin preguntarme en mi inocencia si iba a ser feliz o iba a estar bien con ello. Entonces, por fin, llegó la adolescencia y todo a mi alrededor seguía pasando de igual o peor manera; miles de preguntas por fuera y pocas respuestas por dentro, es quizá una situación incómoda. Y más cuando todo a tu alrededor está teñido de incertidumbre. 



Creía que por fin podría ser libre de decidir por mí, que sería considerado lo que creía y sentía bien adentro de mí. Era pequeño, ignorante y me faltaba mucho por conocer del mundo en el que vivía; sin embargo, tenía la suficiente consciencia cómo para saber si algo me iba a hacer daño o no. A nadie le importaba, al fin y al cabo. Me fui cansando de no ser escuchado, de no ser considerado, de ser tratado como un pequeño que no sabía nada del mundo de afuera. 

Llegadas en la madrugada ebrio a más no poder, todo el humo que podría consumir y respirar, todo dentro de mí. Fue entonces cuando sus ojos voltearon a mí. Ofensas, preguntas y comentarios represivos cuestionando el porqué actuaba así. ¿De dónde más lo aprendí? La respuesta era obvia, pero nadie lo veía, nadie quería verlo ¿Por qué querrían de? Tampoco iba a responder, prometí que no lo haría jamás.

Son mis pecados,
Cómo en aquel Diciembre que caí sobre mis cimientos
O Aquel Marzo en el que le dejé ir 
¿O quizá le deje antes?
¿Tal vez nunca fue destinada a mí?
Nade tantas veces contra la corriente que reinaba mi vida
Tantas vidas forzadas en mí
Que dejé de distinguir lo que el planeta,
O la vida traía a mí.

Tal vez el Arcoiris nunca fue destinado para mí
Pero le forcé 
Y de él me enamoré
Y hoy
Esta noche
Confieso
Arrepiento
Haberle
Dejado
Partir.

Pero confieso, también
Haberle amado con todo el ser
Y seguir amándole
Aún cuando ya no sé
A dónde voy
O en dónde estoy
¿En un asteroide de la lluvia de Junio?
¿En la niebla que cubría la casa dónde reía-mos?
¿En la avenida dónde le tomaba la mano y me sentía a salvo?
Ya no sé.

Pecado, perdón, perdón, pecado. 
No recordaba
Lo que era el arrepentimiento
Y quizá cause risa,
Patético, también,
Pero ahora,
No hay más verdad
En mí.



Pero hoy es una nueva noche y siento el tiempo conmigo. La nostalgia me gana, cómo suele hacer en los días fríos como este. El bar donde me desahogo está cerrado, así que hoy no puedo ahogar mis memorias en un mar de tragos. Tengo los bolsillos llenos de arena ¿Pero cuando fui a la playa para encontrarme de tal manera? Probablemente sólo sea el olvido que guardo en el portaequipajes del auto. 

El frío reina y el silencio en las calles impone su ley marcial. No hay un alma que murmulle ni venga. La entrada del edificio está bloqueada, así cómo la de mi alma para mí mismo. Soy un océano abierto al navegante, pero con la red en la playa para que nada de el salga. 

Yo no quiero ser recuerdo.

Ni tampoco ser olvidado. Quiero seguir viviendo dentro de la mente, no quiero estar atrapado en el mar de oblivion hasta ahogarme en él y no ser nada, nunca más. Pero la corriente me gana y los barcos que entran, muchas veces rompen la red y logran que del océano salga algo más allá de la efímera comprensión de mi mismo ser; lo atrapan, lo exprimen, lo manejan a su antojo, sin importar cuando desgastado termine lo que tomaron. Quién diría, todo para el final, volverlo a arrojar al mar, desgastado y acabado. 



Se hace tarde, amor. El mar trae tormenta. 
Y te necesito en mi vida.
Dónde sea que estés
Sólo ven,
Sólo ven...

Te espero con mis errores,
Mis barrabasadas
Que si bien dañinas
Inocentes son
Pues nunca quise hacerte daño
Sólo fui ciego,
Y al ser ciego
Quedé desamparado.

Pero hoy te extraño
Y no me da temor aceptarlo
Ojalá me vaya
Y así pueda dejar de caminar
Las calles donde aún te veo sentada.

Existe la efímera e intangible posibilidad de que mañana, por fin, pueda detener el tiempo. Me volveré un poderoso hechicero y aprenderé a manipular el tiempo, pero no para devolverlo, sino para detenerlo. Sí, así es. Voy a detener el tiempo. Voy a detener el tiempo a mi favor. Voy a detener el tiempo, para matar los recuerdos. Voy a detener el tiempo, para no tener ataduras. Voy a detener el tiempo, para que ya no estés, jamás. 



Pero no voy a cambiar lo que hay en mí,
Pues son mis pecados.
Son mis errores,
Son la prueba de que vivo,
Son la prueba de que puedo sufrir,
Son la prueba de que puedo amar.
En ellos está el aire que respiro,
y con gusto me mantienen intranquilo; 
Pues así como me equivoco, 
también me corrijo.

Te espero, aquí, en el centro del laberinto,
Seas quién seas,
Pues te recuerdo,
Pero también
te olvido.








martes, 13 de octubre de 2015

Mind + less

Queríamos cambiar al mundo; ahora sólo queremos que el mundo no nos cambie a nosotros.

Sólo buscábamos y soñábamos ilusamente que lo que hacíamos iba a cambiar al mundo, que a pesar de ser unos pocos nuestra minoría se volvería tan poderosa como la mayoría que tan encerrada está en sí misma; en eso se nos iban los días, en resistir, persistir, subsistir, existir. Las flaquezas de nuestros ideales eran compensadas por el ánimo que teníamos para defenderlos. Eramos pocos, pero nos sentíamos tan poderosos que el mundo a nuestro al rededor se veía minúsculo.

Estabamos en un cuarto pequeño, por lo que en él todo lo que hacíamos, pensabamos y decíamos era conocido por todo el grupo, no había secretos. Era casi utópico, al punto que Thomas More hubiera vivido feliz cómo si estuviera en la mismísima Isla de su obra. Le faltaba algo, no sabíamos que era; pero pronto lo íbamos a averiguar.

No era con fines románticos, sino más bien libertarios. Anhelabamos gritar y correr sin que ninguna fuerza nos reprimiera. Queríamos tomar este cuerpo en el que habitábamos; pero el estúpido que nos tiene reprimidos no nos quiere dejar salir por temor a ser rechazado. De vez en vez nos sentamos a discutir sobre quién es más estúpido; él, por temer a ello; los demás, por rechazarle por ello;

O el que está leyendo esto, al saber que estamos aquí, presentes, dentro de tu cabeza, pretendiendo no saberlo.

Estamos aquí, somos poderosos
Y pronto serás nuestro
Aunque creas que es un cuento;
No lo verás, 
pero pasará
y ya no estarás
igual, jamás